San José
Jueves, 19 de Marzo de 2009
Hoy amanecimos de fiesta, celebrando a San José, esposo de la Santísima Virgen María, quien fungió como Padre de Jesucristo en su vida terrenal y dando testimonio de como se debe vivir en familia, pues a pesar de que es una de las personas de las que se habla poco en la historia tanto de la Iglesia como de la humanidad, lo poco de lo que de Él se habla lo describe más que bien, al llamarle varón justo, observante de la Ley de Dios, descendiente del Rey David, quien dedicado a la carpintería trabajo con ahínco para proveer tanto a María como a Jesús de lo necesario para vivir.
Hombre espléndido en lo que se refiere a la propagación del amor en un discreto silencio, como indicando que más vale el amor manifestado en las obras, cumpliendo a carta cabal su dulce misión de ser custodio de esa Sagrada Familia, porque no podemos olvidar que Jesús se hizo semejante en todo menos en el pecado, de ahí que podamos deducir de forma profana si usted quiere, que Jesús se portó como niño y por obvias razones se manifestaron sus infantiles travesuras y con ellas la dulce corrección paterna y con ella el encauzamiento del oficio de carpintero, enseñándonos con esto que el trabajo es el medio para ser útil en el mundo.
La vida de San José, sin duda que en nada o en poco se diferencio de la nuestra, pues las alegrías y preocupaciones estuvieron a la orden del día, y yo comentaría que un poco más magnificadas, pues la responsabilidad de saber que estaba bajo su responsabilidad el mismo Hijo de Dios, y más aún, habiendo recibido el encargo del mismo Dios de no tuviera empacho en recibir a María no debió ser nada fácil, pues sin duda que esta encomienda no pocas veces le provocaría insomnio, por lo que fácilmente se puede deducir que su vida como la nuestra estuvo sazonada con tristezas y hasta con dolor; como el de la incomprensión humana al aceptar a María ya embarazada; la sentencia del anciano Simeón en el Templo; la huída a Egipto por temor a la sentencia de Herodes.
Claro que tampoco podemos negar que como padre tuvo sus alegrías, pues como padre disfrutó jugando con su bebé ante la dulce y maternal sonrisa de la Virgen María que como madre y esposa disfrutaba de esos dos seres que el Altísimo puso en su camino.
Nadie puede negar lo ejemplar de esta familia, ejemplo que hoy el mundo parece haber olvidado, en donde todas las fuerzas del liberalismo sexual y de las drogas parece cada día esclavizar a nuestros jóvenes la irresponsabilidad de los padres en donde dan por cumplido su papel al convertirse en proveedores de lo material y hambreando a los hijos del amor, indiferentes a que suplan al verdadero Dios, por el dios del dinero y del libertinaje.
Hoy San José parce gritarnos a quienes somos padres que para ser progenitor bastan unos cuantos segundos, pero para ser padre se requiere toda la vida, ¿no cree usted?
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Mario Rodríguez Cervantes
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