Devoción
a San José del Beato Pío IX Papa (II)
El Beato Pío IX era devotísimo de la Virgen María y una expresión
singular de esta devoción fue la proclamación como Dogma la verdad, vivida
totalmente y desde siempre en el pueblo cristiano, de la Concepción Inmaculada
de María: En nombre de nuestro Señor Jesucristo declaramos que ha sido
revelado por Dios que la Virgen María, por gracia singular y privilegio de Dios
omnipotente, y en vista de los méritos de Jesucristo, fue preservada inmune de
toda mancha de pecado original. Así lo afirma en la Bula Inefabillis
Deus del 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, de 1854. Es el día que
escogió también para proclamar solemnemente a San José Patrono de la Iglesia
católica: 8 de diciembre de 1870.
Para recuerdo y memoria inolvidable de esta Definición sobre la
Concepción Inmaculada de María el Papa Pío IX mando pintar tres grandes cuadros
de la Inmaculada, que pueden contemplarse y admirarse en el Vaticano, en la
sala de la Inmaculada. En uno de ellos aparece San José junto a la Virgen
María, delante de los otros santos y delante de los apóstoles. La Trinidad de
la tierra conserva inalterable su unidad y proximidad también en los cielos.
San José aparece absorto en la contemplación de la que es su esposa. ¿A quién se
debe el que el artista haya colocado en ese sitio junto a ella san José? A Pío
IX. Una anécdota cuenta que el Papa Pío IX había encargado a un celebre
pintor que preparase un cuadro en el que apareciera la proclamación del dogma
de la Inmaculada Concepción de María. Al presentar el esbozo del cuadro para su
aprobación Pío IX preguntó rápido: ¿A
dónde me ha puesto a san José? Aquí, respondió el artista, entre estos santos. No, dijo el Papa, e indicando con el dedo al lado de Jesús,
prosiguió: Es aquí, es solamente aquí
donde debe colocarle, porque en el cielo no está en otro sitio sino aquí.
Pío IX no es solamente el Papa de la Inmaculada, sino también el Santo
de San José, pues aunque no faltan otras Papas que se interesaron por él, que
él recuerda en la Letra apostólica Inclytum Patriarcam, pero es Pío IX,
como reconoce san Juan XXIII, “el que abrió una vena de riquísimas y
preciosísimas inspiraciones a sus sucesores”(19 de marzo de 1861).
En una alocución de 1854 Pío IX decía que san José es la más segura
esperanza de la Iglesia después de la Virgen María y en unión con ella.
En otra alocución de 1862 abogaba por que los sostenes de la Iglesia
naciente, que son Jesús, María y José, volviesen a tomar el puesto que nunca
deberían haber perdido. “María y José han salido del corazón de los hombres y
hasta que no vuelvan a retomar el poder que en ellos ejercían, el mundo no se
salvará. Pero yo espero seguro para los años venideros que San José sea mejor
conocido, más amado y mas honrado. ¡Él nos salvará!"
Al P. Rossière le agradece un libro que le ha enviado y sobre todo le
agradece el celo que dicho Padre ha demostrado difundiendo el culto a san José,
“no solo porque es tratado con sumo honor aquel al que el Verbo hecho carne
obedeció y la Madre de Dios sirvió, sino también porque necesitando la
Iglesia, especialmente en estos tiempos, de ayudas del todo poderosísimas, no
se puede encontrar ningún patrocinio más oportuno y más firme, después del de
María, que el favor de San José, al cual ciertamente no negará nada el que
quiso estarle sujeto. Estos obsequios, además, otorgan y confieren una gran
eficacia a las súplicas que dirigimos a la Virgen, desde el momento que ella no
puede no gozar de los honores tributados a su esposo, a cuya veneración nos
atrae con su propio respeto. Dios, de hecho, que con las ardientes llamas de
caridad, encendidas hoy en todo el pueblo cristiano hacia el educador de su
beatísimo Hijo, parece decirnos todos: `Id a José´, se complacerá ciertamente
de un culto esmerado y pronto dedicado a él y prestará una más atenta escucha a
los votos hechos a él por su medio y se dejará mover más fácilmente a
misericordia”,
Para recuerdo y memoria de la proclamación de San José como
Patrono de la Iglesia católica, el papa Pío IX mandó que elaborasen un
gran tapiz, Se comenzó el año 1871, pero no se acabó hasta el 1915 bajo
el pontificado de Benedicto XV que lo inauguró. En el cuadro, que representa a
san José con el niño en sus brazos, están bien visibles el año de MDCCCLXXI y
el escudo del Papa Pío IX. Dos ángeles de rodillas, a los pies del Protector de
la Iglesia, sostienen: uno la basílica de san Pedro y el otro el Decreto de Pío
IX Quemadmodum Deus
Cada día de su vida rezaba esta oración: “Humildemente postrado a vuestros pies, oh Santísima Virgen, te
confieso mis pecados, tan numerosos, tan graves. Perdóname, Señor, mis grandes
pecados… Concédeme el perdón por los méritos de san José su castísimo esposo,
nuestro Padre, Protector y nuestra ayuda en la agonía de la muerte”.
Cinco días antes de su muerte, con ocasión de la audiencia del 2 de
febrero de 1878 fue preguntado por un religioso por qué estaba tan sereno, su
respuesta fue esta. “¡Ah! Es que ahora San
José es más conocido. ¡De aquí mi confianza! Si no yo, mi sucesor asistirá al
triunfo de la Iglesia de la que yo le he declarado solemnemente Patrono”.
En la Letra apostólica Iam alias, del 1 de julio de 1861,
concediendo indulgencia plenaria al ejercicio de culto perpetuo en honor de san
José, no hace más que revelar su profunda devoción al santo Patriarca por estas
palabras: “Nos tenemos sumo interés en
que los fieles veneren con honor perpetuo al que fue custodio de Jesús y esposo
de la Inmaculada Madre de Dios y se hagan verdaderamente imitadores de sus
virtudes”
En el Papa Pió IX tenemos un ejemplar admirable y un modelo maravilloso
de de devoción auténtica y probada, de confianza consumada, de alegre esperanza
y de caridad ardiente a nuestro Padre y Señor San José.
P. Román Llamas,ocd
13 de agosto de 2014