¡No nos olvidemos de San José!
Día 2
El amor conyugal
1) Inicio
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
V. Envía Señor tu Espíritu.
R. Y se renovará la faz de la tierra.
Canto a San José
2) Lectura: Mateo 1, 18-25
1. Libro de los orígenes de Jesucristo, hijo
de David e hijo de Abrahán. 2. Abrahán fue padre de Isaac, y éste de Jacob.
Jacob fue padre de Judá y de sus hermanos. 3. De la unión de Judá y de Tamar
nacieron Farés y Zera. Farés fue padre de Esrón y Esrón de Aram. 4. Aram fue
padre de Aminadab, éste de Naasón y Naasón de Salmón. 5. Salmón fue padre de
Booz y Rahab su madre. Booz fue padre de Obed y Rut su madre. Obed fue padre de
Jesé. 6. Jesé fue padre del rey David. David fue padre de Salomón y su madre la
que había sido la esposa de Urías. 7. Salomón fue padre de Roboam, que fue
padre de Abías. Luego vienen los reyes Asá, 8. Josafat, Joram, Ocías, 9.
Joatán, Ajaz, Ezequías, 10. Manasés, Amón y Josías. 11. Josías fue padre de
Jeconías y de sus hermanos, en tiempos de la deportación a Babilonia. 12. Después
de la deportación a Babilonia, Jeconías fue padre de Salatiel y éste de
Zorobabel. 13. Zorobabel fue padre de Abiud, Abiud de Eliacim y Eliacim de
Azor. 14. Azor fue padre de Sadoc, Sadoc de Aquim y éste de Eliud. 15. Eliud
fue padre de Eleazar, Eleazar de Matán y éste de Jacob. 16. Jacob fue padre de
José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. 17. De modo que
fueron catorce las generaciones desde Abrahán a David; otras catorce desde
David hasta la deportación a Babilonia, y catorce más desde esta deportación
hasta el nacimiento de Cristo. 18. Este fue el principio de Jesucristo: María,
su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que vivieran juntos,
quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. 19. Su esposo, José, pensó despedirla,
pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente para no difamarla.
20. Mientras lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y
le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu
esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, 21. tú
eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados». 22. Todo esto sucedió para que
se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta: 23. La virgen
concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que
significa: Dios-con-nosotros. 24. Cuando José se despertó, hizo lo que el Ángel
del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa. 25. Y sin que hubieran
tenido relaciones, dio a luz un hijo, al que puso por nombre Jesús.
3)
Meditación
Si
la familia es imagen de la Trinidad, la Sagrada Familia lo es en primer lugar,
por la presencia de Jesús, Hijo y Palabra de Dios; San José participa del corazón
del Padre, y en la Virgen María se hace presente la fuerza de Dios dadora de
vida, que es el Espíritu Santo. Como Dios es amor, el amor en la familia brota
naturalmente del amor que entre sí se tienen los esposos: por eso los esposos
han de crecer en la caridad conyugal. Escuchemos lo que dice al respecto el
Papa Francisco en Amoris Laetitia:
El matrimonio es un signo precioso, porque
“cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del matrimonio, Dios, por
decirlo así, se ‘refleja’ en ellos, imprime en ellos los propios rasgos y el
carácter indeleble de su amor.
El matrimonio es la imagen del amor de Dios
por nosotros. También Dios, en efecto, es comunión: las tres Personas del
Padre, Hijo y Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad
perfecta. Y es precisamente este misterio del matrimonio: Dios hace de los dos
esposos una sola existencia”.
Esto tiene consecuencias muy concretas y
cotidianas, porque los esposos, “en virtud del sacramento, son investidos de
una auténtica misión, para que puedan hacer visible, a partir de las cosas
sencillas, ordinarias, el amor con el que Cristo ama a su Iglesia, que sigue
entregando la vida por ella”.
Después del amor que nos une a Dios, el amor
conyugal es la “máxima amistad”. Es una unión que tiene todas las
características de una buena amistad: búsqueda del bien del otro, reciprocidad,
intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los amigos que se va
construyendo con la vida compartida.
Pero el matrimonio agrega a todo ello una exclusividad
indisoluble, que se expresa en el proyecto estable de compartir y construir
juntos toda la existencia. Seamos sinceros y reconozcamos las señales de la
realidad: quien está enamorado no se plantea qu esa relación pueda ser sólo por
un tiempo; quien vive intensamente la alegría de casarse no está pensando en
algo pasajero; quienes acompañan la celebración de una unión llena de amor,
aunque frágil, esperan que pueda perdurar en el tiempo; hijos no sólo quieren
que sus padres se amen, sino también que sean fieles y sigan siempre juntos.
Estos y otros signos muestran que en la naturaleza misma del amor conyugal está
la apertura a lo definitivo. La unión que cristaliza en la promesa
marimonial para siempre, es más que una
formalidad social o una tradición porque arraiga en las inclinaciones
espontáneas de la persona humana. Y para los creyentes es una alianza ante Dios
que reclama fidelidad: “El Señor es testigo entre tú y la esposa de tu juventud
a la que tú traicionaste, siendo que era tu compañera, la mujer de tu alianza (…)
No traiciones a la esposa de tu juventud. Pues yo odio el repudio” (Malaquías
2, 14. 15-16).
Un amor débil o enfermo, incapaz de aceptar
el matrimonio como un desafío que requiere luchar, renacer, reinventarse y
empezar siempre de nuevo hasta la muerte, no puede sostener un nivel alto de
compromiso. Cede a la cultura de lo provisorio, que impide un proceso constante
de crecimiento. Pero «prometer un amor para siempre es posible cuando se
descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que nos sostiene y nos
permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada»
4)
Oración
Señor: haz de nuestro
hogar un sitio de tu amor.
Que no haya injuria
porque Tú nos das comprensión.
Que no haya amargura
porque Tú nos bendices.
Que no haya egoísmo
porque Tú nos alientas.
Que no haya rencor
porque Tú nos das el perdón.
Que no haya abandono
porque Tú estás con nosotros.
Que sepamos marchar
hacia Ti en nuestro diario vivir.
Que cada mañana
amanezca un día más de entrega y sacrificio.
Que cada noche nos
encuentre con más amor de esposos.
Haz, Señor, de
nuestras vidas que quisiste unir
una página llena de
Ti.
Haz, Señor, de
nuestros hijos, lo que Tú anhelas:
ayúdanos a educarles
y orientarles por el camino.
Que nos esforcemos en
el consuelo mutuo.
Que hagamos del amor
un motivo para amarte más.
Que demos lo mejor de
nosotros para ser felices en el hogar.
Que cuando amanezca
el gran día de ir a tu encuentro
nos concedas el
hallarnos unidos para siempre en Ti.
Amén.
5)
Acción
Tomamos
como pareja matrimonial, la decisión de dedicarnos un par de horas a la semana,
para no dejar de ser novios.
Tomado de: El Propagador de la devoción al señor San José, Año 146, n. 3, Marzo 2017, pp. 5-7.
Ilustración: Ricardo González Copado
Título: María y José camino de Belén.
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