Los amores de la Madre Cesarita
La Madre Cesarita vive, crece y muere para sus tres amores: Jesús, María y José. Cuando ella tiene 19 años, mujer madura en su espíritu, descubre perfectamente que su corazón y toda su persona pertenecen a ellos. El Espíritu Santo que ilumina y marca el camino por donde quiere llevar a las almas generosas, la conduce de su mano y un buen día su corazón rebosante de amor y generosidad, hace entrega de toda su persona, alma y cuerpo, con todas las consecuencias que esto tendrá.
Es elegida como esposa y ella por su libertad corresponde a Jesús y se desposa con Él ahora será toda de su amadísimo esposo Jesús, a quien le demuestra de mil maneras su amor, sobre todo las noches de navidad, no se aparta de su lado , lo adora como a su Dios y lo ama como su esposo. Jesús por su parte le hace ver su amor infinito a través de la humillación: al hacerse un mortal como ella toda su vida tendrá como fin el configurarse con él.
Como su esposo vive con sus padres María y José, se le ocurre elegir el día de sus desposorios como madrina, a María santísima a quien ama con toda la ternura de su corazón y se siente su hija muy amada y también elige como padrino, a su buen padre San José a quien le confía todos sus sufrimientos y necesidades espirituales y materiales; por su parte San José siempre estará al pendiente de su ahijada a quien colma de bienes. Es él el que va a proveerla durante toda su vida, pero de una forma especial en su congregación y nunca la desamparará.
La Madre Cesarita al contemplar a la Sagrada Familia de Nazaret descubrirá que como ellos cumplieron siempre la voluntad del Padre, ella tratará de ser su copia fiel y en su caminar por este mundo, verá que todo lo va haciendo de la mano de Dios. A pesar de todos los acontecimientos donde es feliz o donde hay sufrimientos, siempre descubre en ellos la voluntad de Dios y la acepta sin replicar ni quejarse, al contrario su bondad se desborda en cada situación. Sus amores: Jesús, María y José estarán con ella hasta el último momento de su vida, en sus labios y en su corazón, porque muere repitiendo con todo el fuego de su amor: Jesús, José y María, les doy el corazón y el alma mía.
María de la Luz Mosqueda Ceja, h. j.
Tomado de: El Propagador, Año CXXXVIII, n. 7, julio-agosto 2009, pp. 18-19.
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