Calles y callejones durante la colonia
Reflexiones sobre la nomenclatura
Como es sabido, nuestra ciudad llevo el nombre religioso de San Joseph de Toluca.
Como es sabido, nuestra ciudad llevo el nombre religioso de San Joseph de Toluca.
Desde el siglo XVI San José era el patrono de la Providencia Franciscana y del Arzobispado de México, como puede verse en el Cáp. 18, Libro II. Titulo III del III Concilio Provincial Mexicano, celebrado en México en 1585: “Siendo en verdad extraordinaria la devoción con que se honra, obsequia y reverencia en esta provincia al castísimo patriarca Señor San José, esposo de María Santísima, por cuyos meritos é intersección puede creerse piadosamente que la nueva España ha sido favorecida de Dios con particulares beneficios, lo proclamó el Concilio Provincial celebrado en el año del Señor mil quinientos cincuenta y cinco, como patrono general de este Arzobispado y provincia, y mandó que se guardase el día en que se solemniza su festividad”.
Poco se sabe de la nomenclatura de San José de Toluca durante los siglos XVI y XVII, los documentos que llegan a tener alguna referencia nos permitan suponer que era una población que prácticamente carecía de ella, pues los identificadores de calles o callejones eran hasta cierto punto libres, tanto en la elección del nombre, como en la aplicación del mismo, a excepción de las 5 o 6 calles principales.
Toluca, doscientos años después de que habían llegado los españoles apenas si contaba con media docena de calles y una docena de callejones, en los que se levantaban poco más de medio millar de casas.
De oriente a poniente había dos calles, así que no solo eran las más importantes, sino las únicas: la calle Real (Avenida de la Independencia) y la calle de la tenería (avenida Lerdo). De norte a sur, probablemente las dos calles más importantes eran la calle de San Juan de Dios (Avenida Villada) y la “calle que va al Obraje”, quizá la actual avenida Juárez, que a la altura de lo que hoy es Gómez Farias, hacia un sesgo para convertirse en la calle que va al pueblo de Calimaya” (avenida Heriberto Enríquez).
La hoy avenida Hidalgo de hecho no existía y se reducía a dos tramos de callejón que se interrumpían entre sí: el primero era la parte posterior del convento franciscano y la podríamos referir convencionalmente al espacio comprendido entre la hoy calle de 5 de febrero y el andador Constitución, llevaba su nombre de callejón de la Confituria vieja. El segundo tramo en la actualidad se localizaría, aproximadamente, por el jardín Reforma; su nombre: callejón de San Diego.
Ya en el siglo XVIII otros callejones, casi todos cortos, tenían los nombres de Xácome o Jácome (calle de Bravo). Origüela u Orihuela (calle de Galeana). El nombre quizá le venía por Agustín Flores de Origuela, “maestro de arquitectura” que ejercía en Toluca, alrededor de 1779.
La primera y segunda cuadras de lo que hoy conocemos como calle de Matamoros, en el primer cuarto de siglo XVIII se llamaba de: Joseph de Ortiz, posiblemente, en honor de Joseph Ortiz de Galdós, quien en el año de 1726 era arquitecto y carpintero, y por sus “conocimientos, rectitud y experiencia”, era también valuador. Con este carácter tasó la casa y mesón de Sebastián de Ortega (1726), tres casas de José Raymundo Berdeja (1729), una casa entresolada frente al convento de San Francisco (1732) la casa y hacienda de la “Sacra Familia” alias “los Cauces” situada a la legua y media de Toluca (1736), entre otras propiedades.
La calle que identificamos como Allende, fue en esa época el callejón de Manuel Vargas. El callejón de Medrano era lo que conocemos como Aldama, pero únicamente en el trayecto que hoy en día es de Hidalgo a Morelos, o cuando más, hasta Instituto Literario, que era donde terminaba ese callejón.
San Juan Bautista, tenía la categoría de pueblo, cuyo centro era su templo que hoy localizamos aproximadamente en uno de los ángulos formados por las Avenidas Independencia e Isidro Fabela. En 1791, los habitantes de San Sebastián –que antes se había llamado Xalpan- quisieron separarse de aquel, para establecerse como población independiente, por lo tanto promovieron la solicitud respectiva ante el gobernador del Estado y Marquesado del Valle, don Joaquín Ramírez de Arellano, Marqués de Sierra Nevada. Para la solicitud elaboró un plano de don Tomás de Torres y Elosùa, quién, gracias a los estudios de las historiadoras Glorínela González Franco, María del Carmen Olvera Calvo y Ana Eugenia Reyes y Cabañas, sabemos que por lo menos entre 1786 y 1798, era vecino de Toluca y se desempeñaba como valuador en Toluca, que aún no era cuidad, sino Villa. Después de las diligencias correspondientes a cargo de Adrián de Cerain, Hijodalgo natural de la villa de Maestir, Señorío de Vizcaya y quién fungía como Corregidor de Toluca entre 1783 y 1791, se otorgó el permiso para la erección del pueblo de San Sebastián, el 2 de Marzo de 1792.
San Sebastián, en aquella época, se localizaba entre las tierras de los pueblos de San Juan y de Santa Ana del barrio de Santa Clara y de la hacienda de Santa Teresa, cuyo casco todavía existe en funciones, así como la arboleda que conocemos como parque municipal. Así, San Sebastián tenía un callejón con su nombre, en la actualidad correspondería a la calle 5 de Mayo, a partir del Jardín Zaragoza, pero continuando por lo que es la calle de Nezahualcòyotl, que daba acceso al templo. El espacio que vemos enfrente de la puerta del atrio, era la “rinconada de San Sebastián”, de donde partía el camino a Metepec, hoy prolongación de 5 de Mayo.
El callejón “que sube a la plaza del cerrito”, como se conocía en 1725, pudo haber sido la calle de Bravo norte o la de Juárez norte. El callejón de San Juan Evangelista conducía obviamente a este templo, por lo que pudo haber sido hoy la calle de Gómez Pedraza o la de Sor Juana Inés de la Cruz.
El callejón de “las cuatas” correspondería en nuestros tiempos a la calle de Pedro Ascencio y el callejón de las Uribes, a la calle de Corregidor Gutiérrez, que remataba en el “ancòn de la plazuela de la Merced” hoy Jardín de los Hombres Ilustres.
Para ese año, Toluca ya tenía 845 casas, en otras palabras, el número de inmuebles se había incrementado en 38 %, en el término de 65 años, aproximadamente. Algunas de estas casas se fueron levantando en las calles y callejones ya citados, y que por razón natural fueron extendiéndose. Otras se fueron construyendo en las nuevas callejuelas, generalmente estrechas. Así la nomenclatura se amplió considerablemente, ya que una misma calle adquiría varios nombres al crecer longitudinalmente, además de las nuevas que se iban formando. Para fines del siglo XVIII, Toluca tenía los callejones de Aguiluz o Eguiluz, que era la salida Temascaltepec; de las Navarretas o de Navarrete, de Urbina, de la Palillera, del Rosario, de la Alcantarilla, de Betancur, de la Duarta, del Zenizo o Cenizo, de la Herradura, del Vidriero, del Compositor, de Legorreta, de los Locos, de Neria, de Terán, de Garduño, de Blas, de Morones, de Casillas, del Beaterio, de “San Juan de Dios a al Merced”, del Carmen, del Vidriero, del Campo Santo, “del muerto”. Este último originó la famosa leyenda del “Callejón del muerto” que en dos versiones diferentes han narrado bellamente el maestro Gustavo G. Velázquez y el cronista Leopoldo Zincùnegui Tercero.
Mención especial merece el callejón “de la pila que va al Chapitel”. Es bastante conocido el dato de la capilla del Chapitel que dio nombre a un callejón y después a una calle que hoy en día se denomina Instituto Literario. De acuerdo con un documento que existe en el Archivo Histórico Municipal, se sabe que la capilla de Chapitel la fabricó don Miguel Serrano, vecino de Toluca, en virtud de la licencia que consiguió del propio Arzobispo de México, don Francisco Antonio de Lorenzana. Una vez que se halló perfectamente acabada y con los parlamentos necesarios para celebrar en ella el Santo Sacrificio de la Misa, el Cura Ministro Fray Joseph de Isla, procedió a la Bendición y Dedicación de la misma, el quince de agosto de 1771, por estar dedicado ese día al Misterio de la Gloriosa Asunción de Nuestra Señora la Virgen María, solemnizando ese acto con Capa Pluvial y Ministros, según el Ritual Romano y finalizada la bendición se celebró en la Capilla el Santo Sacrificio de la Misa cantada con Ministros y Sermón y la mayor solemnidad.
Otro lugar religioso importante era el Calvario. Llamada la atención que para esos años finales del setecientos, hubiera tres callejones relacionados con ese sitio y no obedecían a otra cosa que a sendos accesos fáciles a la cúspide, ellos eran: el “callejón que lleva al Santo Calvario de San Joseph de Toluca”, hoy calle de Oviedo; el “callejón que va al pie del Calvario”, tal vez Gómez Farìas, y el “callejón a la Puerta del Calvario”. Este último se conserva como tal, es decir, como puerta y que da acceso a un camino angosto entre casas, que desemboca casi al frente al templo de El Ranchito. Ahí, en el año de 1916, el destacado ingeniero Vicente Suárez Ruano construyó dos casas unidas por un arco que da acceso a la Privada de Villada y que inexplicablemente carece de inscripción de tablero que ocupa la parte central y que parece haber sido hecha para un propósito epigràfico, ¿Acaso se pretendía que dijera: Puerta del Calvario?
Los intereses marquesales le escamotearon varias veces el título de ciudad a Toluca, hasta que por fin se le concedió en 1799. Puede afirmarse que en Toluca estrenó ese título teniendo más o menos las calles y callejones enumerados en estas notas.
Lic. Gerardo Novo Valencia
13 de agosto de 2009
Vicecronista Municipal
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Tomado de 'Crónica de Toluca':
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