Quinto Dolor y Gozo
Custodio del Hijo de Dios hecho hombre. Cuánto tuviste que sufrir por defender y alimentar al Hijo del Altísimo, particularmente en la huida a Egipto, y viendo los ídolos de los egipcios; pero también fue grande tu alegría al tener a tu lado al Hijo de Dios y a su Santísima Madre.
Por este dolor y gozo alcánzanos la gracia de que, huyendo de las ocasiones de pecado, venzamos al enemigo infernal, y no vivamos ya más que para servir a Jesús y a María.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Quinto dolor
El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo (Mateo 2,13).
Es todavía de noche cuando la Sagrada Familia tiene que huir de Belén hacia el lejano Egipto. Pero José está acostumbrado a obedecer a Dios y lo hace con prontitud. No inquiere sobre las razones que pueda tener Dios al ordenar ese viaje, porque Dios siempre sabe más.
Obedeciendo a Dios el hombre no se equivoca nunca. Sólo se equivoca cuando el príncipe de la mentira distorsiona la realidad y hace que se vean con aparente claridad cosas que no son verdad.
Bendita obediencia que descomplica el alma y hace que el hombre tenga una especial confianza con Dios. El sacrificio que comporta cumplir la divina voluntad traerá enseguida el gozo.
Quinto gozo
Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dice el Señor por el profeta: «De Egipto llamé a mi hijo» (Mateo 2,15).
Sin él saberlo, se están cumpliendo las Escrituras sagradas. No conoce hasta cuándo tienen que estar en Egipto. De momento está viviendo donde Dios quiere, como Dios quiere, con quien Dios quiere, hasta que Dios quiera. Procurando trabajar y entablar amistades, santificando lo que tiene que hacer en esos momentos. Porque ahí le espera Dios.
Cuando se ama la voluntad de Dios se es muy feliz. La imaginación –movida por la vanidad– puede sugerir que en otro lugar o con otras personas seríamos más felices. No hay que esperar al día de mañana o a que cambien las circunstancias para servir a Dios. Ahora es cuando hemos de realizar sus designios.
Entonces se cumplirán sus palabras y escribiremos una historia humana que será a la vez historia santa, en medio de la vida corriente. Quien descubre esto, se llena de gozo y seguridad.
Reflexión:
· ¿Comprendo que Dios me ha hecho el gran regalo de la libertad para poder amarle, y que le amo precisamente cuando le obedezco?
· ¿Me doy cuenta de la delicadeza de Dios con los hombres que no nos obliga, sino que nos propone sus planes?
· ¿Procuro llevar a la oración las cosas que Dios me sugiere, sabiendo que, a veces, la cuestión no está en entender sino en amar?
· ¿Sé que los santos han entendido más porque han procurado cumplir la voluntad de Dios, es decir, porque han amado más?
· ¿Me doy cuenta de que mi vida –mi trabajo, mi descanso, mis amores– es tan importante que Dios cuenta con ella?
· ¿Está sirviendo mi vida a los planes de Dios o prefiero realizar el plan que yo me he forjado para mí?
Propósito:
Rezar estos días despacio el Padrenuestro con el deseo de cumplir su voluntad.
Oración:
Oh bienaventurado José que acomodaste tu vida a los planes divinos, ayúdanos a obedecer a Dios en nuestra vida ordinaria y a descubrir la trascendencia divina que tiene todo lo que hacemos, para el bien nuestro y el de los demás. Así sea.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con vos descanse en paz el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con vos descanse en paz el alma mía.
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Jesús Martínez García
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Tomado de:
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