martes, 30 de abril de 2013

Reflexión sobre San José en el año de la fe



San José es modelo excepcional de vida de fe
Con motivo de la festividad mañana de San José Obrero, ofrecemos un artículo de fray Enrique Llamas Martínez OCD, presidente de la Asociación Mariológica de España, que afronta la figura del padre de Jesús y esposo de María, con motivo del Año de la Fe.
- En los primeros días del mes de octubre del año 2012 el Papa Benedicto XVI inauguró con solemnidad, o abrió el “Año de la Fe”, a la luz del documento Porta Fidei, invitando a la Iglesia católica, es decir: a los discípulos de Jesucristo, a vivir en profundidad, y con plena eficacia la fe cristiana. (Nota: el documento “Porta Fidei” precedió a la inauguración del Año de la Fe y sirvió de inspiración, pues el propio Papa lo cita). El gesto del Papa, y la importancia y la fuerza misma delestímulo avivó el interés de seguir sus consignas. A partir de ese acontecimiento, numerosos autores han publicado estudios sobre este tema, y breves comentarios a la enseñanza del Pontífice, para orientar y estimular los sentimientos del pueblo cristiano. Es una labor que complementa la ‘nueva evangelización’.
En esta labor hay que tener presente, según la recomendación de los Papas, que son más eficientes los testimonios que los discursos, los ejemplos más que los sermones; porque los ejemplos arrastran y las palabras se diluyen con el tiempo.
2º- San José, con su Esposa, la Virgen María, son los ejemplos más eminentes y más perfectos de la vivencia de la Fe. La Iglesia lo reconoce así, y nos da a conocer las razones y los motivos de su ejemplaridad, y nos indica también el camino para llegar nosotros a una imitación lo más perfecta posible.
Se habla y se escribe con frecuencia, y más en este Año de la Fe, de la ejemplaridad de los Santos Esposos de Nazaret, pero pocas veces se nos da a conocer lo más propio que debemos imitar de su ejemplaridad, y en qué debemos poner principalmente lo esencial de nuestra imitación.
El Papa Beato Juan Pablo II nos dio una clave precisa, para entender justa y adecuadamente, según su realidad en los Evangelios y en la historia de la salvación, la vida de San José y su valor teológico dentro del misterio de la Encarnación, al que él pertenece por su predestinación eterna.
Esa clave iluminadora, a la que por desgracia se presta poca atención en la Iglesia, y no se aplica cuando se habla de San José, es: “la profunda analogía que existe” entre las perfecciones de el Santo Patriarca y de su Esposa, la Virgen María. De tal manera, que lo que contemplamos en María podemos verlo realizado proporcionalmente en José: gracia, virtudes, perfección espiritual, santidad…(Juan Pablo II, RCustos, 3).
Esta analogía se verifica perfectamente en la ejemplaridad de la fe. La Virgen María representa la ejemplaridad más perfecta, porque Ella es la primera creyente en el tiempo y en la perfección del contenido de su fe. Hasta el día de la Anunciación del Ángel Ella vivió intensamente la fe de los profetas del Antiguo Testamento, la fe del pueblo de Israel. Una fe mesiánica. En la Anunciación del Ángel, acogió la voluntad del Padre, y al pronunciar las palabras: ‘Hágase en mí según tu palabra, convirtió su fe mesiánica en la fe cristiana, iniciando así una nueva etapa en la historia de la salvación.
La fe de María es la fe de toda la Iglesia, de todos los díscípulos de Jesús. Pero, el primero que participó de esa fe, hecha para él luz y orientación de su vida, fue precisamente San José, cuando en la noche en sueños, el Angel le reveló el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, y le ordenó que acogiese en su casa a su Esposa. El tuvo un acto de fe y obediencia, e hizo lo que el Angel le había ordenado (Mt 1,24).
La fe de Maria –dice Juan Pablo II- se encuentra con la fe de José y se puede decir también, que teniendo presentes los textos de los evangelistas Mateo y Lucas, que José es el primero en participar de la fe de la Madre de Dios. Así, él ‘sostuvo a su esposa en la fe de la divina anunciación’ (RC 5).
El Beato Papa Juan Pablo II contempla la vida de San José, junto con la Virgen María, como una peregrinación de la fe. Y añade que “la vía de la fe de José sigue la misma dirección, totalmente determinada por el mismo misterio del que él junto con María se había convertido el primer depositario” (RC 6).
3º- Todo esto es enseñanza de Juan Pablo II sobre San José, considerando solamente algunos aspectos fundamentales, de los cuales deduce algunas conclusiones sobre su significado en la historia de la salvación y en la vida de la Iglesia, y en concreto en la vivencia de la fe, con todas sus consecuencias. Aquí radica también el fundamento de su ejemplaridad en la vida y la práctica de la fe.
Para no equivocar el verdadero camino en nuestra aplicación de esta doctrina, tenemos que contemplar a San José en relación con la Virgen María y con el misterio de la Encarnación. La reflexión sobre estos temas nos ayuda a descubrir el sentido y el contenido de la ejemplaridad de María y de José, que debemos imitar principalmente en este Año de la Fe.
No es lícito exaltar la ‘fe de María’ en el misterio de la Anunciación del Ángel, y rebajar el sentido y el contenido de la ‘fe de San José,’ en la revelación que le hizo el Ángel del Señor, de que la concepción de su Esposa, era obra del Espíritu Santo. El aceptó la palabra de Dios sin réplicas. Creyó con plena voluntad y entrega incondicional a la voluntad del Padre, porque, cuando despertó, ‘Hizo como le había ordenado el Angel.’ (MT 1, 24).
El Papa Juan Pablo II glosa este pasaje evangélico, que él interpreta como ‘momento decisivo’, para los Santos Esposos de Nazaret, y para la historia de la salvación, diciendo que ‘en cierto sentido’ se pueden aplicar al Santo Patriarca las palabras que Isabel dirigió a la Madre del Redentor, porque El había respondido afirmativamente a la palabra de Dios, transmitida por el Ángel. (cf. RC, 4).
4º- San José aparece en este cuadro lleno de dignidad, como el auténtico varón justo, escogido, elegido y predestinado desde toda la eternidad para ser Padre virginal del Hijo de Dios, hecho Hombre, Hijo de su Esposa.
Podríamos hacer aquí muchas reflexiones, sobre San José, a la luz de lo que supone para él su predestinación, juntamente con su Esposa virginal y el misterio de la Encarnación. Pero voy a centrar nuestra atención, en su ejemplaridad para la fe, como forma de vida cristiana.
Tenemos que dirigir aquí nuestra mirada a la Virgen María, que es el ejemplo por antonomasia de la vivencia de la fe, como hemos dicho más arriba. Y tenemos que tener presente también el hecho de la predestinación de San José en el mismo decreto de la predestinación de su Esposa, porque su dignidad, su grandeza, y su santidad, y todas sus gracias tienen su fundamento en su predestinación. Lo describía bellamente C. Sauvé: “María y José no han sido predestinados aisladamente. Dios, en su amor, no ha predestinado a María para José. A José para María, y a los dos para Jesús. Si Dios ha pensado con tanto amor, en María Madre del Redentor, esto no sucedió de manera independiente de su matrimonio virginal con José. El no ha pensado en José, sino para María, y para su divino Hijo, que debía nacer virginalmente en este matrimonio”. (C. Sauvé, Le Mystére de Joseph, Nice, 1978, p. 30).
La ejemplaridad espiritual de San José es un reflejo de la ejemplaridad de su virginal Esposa, porque ambos se alimentaron espiritualmente de una misma gracia, de un mismo misterio, aunque vivido de forma muy diferente. La Encarnación, en la plenitud de los tiempos, del Hijo de Dios, y la plenitud de su bondad y de su amor misericordioso. Aquí podemos verificar la analogía más perfecta en los dos Esposos.
La razón de su ejemplaridad perfectísima es el contenido de su fe y la vivencia de su fe. Esta vivencia puede tener connotaciones particulares y propias en cada uno de los Santos Esposos. Pero hay que reconocer una analogía, y una similitud determinada por su misión en la historia de la salvación.
A partir de la Anunciación y de la realización del misterio de la encarnación del Hijo de Dios, la vida de los Santos Esposos de Nazaret cobra un sentido nuevo, y una nueva forma de llevar a cabo su misión natural y sobrenatural, motivados en todo por la fuerza de su fe. Esa es precisamente la novedad, y en esto consiste su ejemplaridad.
María vivió una vida motivada por el amor más puro, guiado e iluminado por la fe. Toda su vida fue una manifestación permanente del cumplimiento de la voluntad de Dios. Fue esto como un medio, o una forma de enriquecer el contenido de su fe, y reafirmar el sentido auténtico de su vida. Dos aspectos, que se complementan bajo la fuerza de la Fe.
La Madre del Redentor, desde la hora de la Anunciación, desarrolló su vida enteramente desde la fe, y en esa práctica vivió en comunión de amor con el Señor. Podríamos decir que María, en esta etapa de su vida, vivió consciente de la presencia del Dios misericordioso, que actuaba e iluminaba su camino, hacia un futuro desconocido. Pero, Ella, lo mismo que su virginal Esposo San José, conocían y estaban dispuestos a cumplir su misión en torno a los misterios de la Encarnación y de la redención universal, siempre desde la fe, que afecta a todos los cristianos.
5º- Pero, no es esto solo. Para los Santos Esposos de Nazaret, su fe, por ser única, y el origen y fuente de la fe de la Iglesia, tiene un contenido y unas connotaciones, que la convierten en modelo excepcional para todos los díscípulos de Jesús. Esta es la razón de su ejemplaridad y la forma particular como podemos contemplarla nosotros.
La fe de María, en el momento de la Anunciación, no fue solo una acogida de la palabra de Dios. Este gesto de la Hija de Sion, era ya por sí solo un acto de obediencia, que significaba la acogida de la voluntad del Padre en la obra de la Redención de la humanidad. María, representante aquí de toda la humanidad, realizó con su aceptación de la palabra de Dios el acto supremo de amor y de generosidad. Pronunció gustosa el SI poderoso, que inició, por designio divino, el cambio transcendental del universo.
Y no es esto solo. La fe de María, en la hora de la Anunciación, no fue una actitud pasiva. Fue de una actividad de valor transcendental, que configuró y determinó el desarrollo de su vida a una realidad absoluta de signo, u orden sagrado, que significó para su destino personal. Su creer, en aquel momento preciso, fue una vivencia interior intensa y luminosa de la Virgen Madre, cargada de sentido espiritual y teológico, que configuró desde aquella hora la forma de su misma existencia, que comunica el ser humano al Hijo de Dios.
Es el contenido de la fe, según la doctrina de la Iglesia, y a la vez la consagración que la joven Virgen María hace de sí misma en el momento de hacerse Madre, a la persona y a la obra de su Hijo, cumpliendo con amor y entrega la voluntad del Padre.
Es esta la doctrina que nos enseña el Concilio en un texto importante y determinante en esta materia. Dice así la voz autorizada del Concilio, refiriéndose a ese momento de la vida de los Santos Esposos de Nazaret: “Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino se convirtió en Madre de Jesús, y al abrazar de todo corazón… la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente, como esclava del Señor a la Persona y a la obra de su Hijo…". (LG. 56).
Debemos reflexionar sobre este acontecimiento supremo de la vida de la Madre virginal de Jesús, porque este es el fundamento de su ejemplaridad en la fe, y la forma que configura su contenido, que se convierte en el contenido de toda su vida espiritual y cristiana.
Algo similar podemos decir de San José, el 'Varón justo'. Tenemos que tener presente aquí el principio que estableció el Papa, Beato Juan Pablo II, refiriéndose a la Anunciación a María, según el relato de San Lucas, y el texto de San Mateo. Me refiero al principio de la ‘analogía’, que nos da a conocer cómo en los orígenes de la historia de la salvación, San José es un eco de la Virgen María, una imitación de sus perfecciones y un complemento de su misión en los inicios de la obra de la salvación.
Siguiendo la inspiración del Concilio podemos decir que la joven María fue hecha Madre del Hijo de Dios, al pronunciar las palabras encendidas en ‘amor divino’ y en un éxtasis de amor: ‘he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra’.
María era consciente que estaba viviendo un momento supremo de su vida. Tal vez algunos piensen que por su juventud y por la amplitud y lo profundo del misterio que se estaba realizando en el interior de su espíritu, no se daba cuenta de todo el significado de la escena de la que Ella era protagonista. Pero, no cabe duda que por la dignidad y perfección misma del misterio, y porque Dios hace perfectas todas las cosas, y de manera singular las que son revelación y manifestación directa de su bondad y su amor, María recibió con las palabras del Angel una iluminación del Espíritu Santo, como un rayo de luz que inundó e iluminó su alma y su fe, y recibió una fuerza que movió su voluntad a consagrar su vida al servicio de la persona de su Hijo y de su obra de salvación.
Esto quiere decir que Ella hizo del contenido de su fe, con toda su perfección, el contenido de su vida, consagrando su persona de forma singular al servicio de su Hijo y al cumplimiento de la voluntad de Dios. De esta manera, en palabras del Concilio Vaticano, María colaboró con su Hijo y bajo El a la obra de la Redención de la humanidad.
6º- Todo esto constituye el fundamento y la esencia de la ejemplaridad de María, como modelo excepcional y singular de nuestra vida de fe.
Desde este punto de vista, este aspecto de la ejemplaridad de María tiene una importancia notable, porque afecta a la raíz y al fundamento de la vida, e infunde en su configuración perfecta en el campo de la espiritualidad.
Todos los que están consagrados por el sacramento del bautismo deben vivir una vida perfecta y santa en su totalidad, a imitación de María, haciendo que el contenido de su fe, alimentada por el amor, sea el contenido de toda su vida, vivida en servicio del Señor.
María es imitable bajo todos los aspectos, en todas las virtudes. El concilio Vaticano la contempla y la propone a la Iglesia “como modelo de virtudes para toda la comunidad de los elegidos” (LG, III, 65). Es imitable también para toda la Iglesia en la plenitud de su santidad, para hacerse “más semejante a su excelso Modelo [Jesucristo]. Son válidas las diversas formas de imitar a María. Pero, una de las más eficaces en su conjunto, y de las más expresivas, al alcance de todos, es la que he formulado anteriormente. ”María es modelo singular de vida de fe, porque hizo del contenido de su fe, contenido de su vida, colaborando con su Hijo, y bajo El a la obra de la Redención”.
Es obvio que podemos aplicar estas reflexiones a San José. El desarrollo de los acontecimientos fue similar para él, y para su virginal Esposa. En esta ocasión el principio de la analogía, que propuso y glosó el Papa Beato Juan Pablo II está plenamente justificado y es un aval y un apoyo eficaz, que garantiza la verdad de todo cuanto venimos comentando en estas páginas.
También San José, acogiendo con limpio corazón la misión que le señaló el Ángel, en la noche de la revelación del misterio de la Encarnación, se consagró decididamente a la persona de su Hijo virginal, y a su obra de salvación universal, sirviendo a su modo a la obra de la Redención, cumpliendo en todo la santa voluntad de Dios.
En un ambiente de devoción mariana, que nos acerca más y más a Jesús, este camino que he descrito, es el más breve, y al parecer el más fácil de recorrer. Toda la fuerza del espíritu se centra en el fiel cumplimiento de la voluntad de Dios, con el presupuesto de que ese ha de ser el objetivo y la finalidad de toda la vida.

Enrique Llamas
Salamanca, 30 de abril de 2013

Tomado de:



sábado, 13 de abril de 2013

Índice de: El Propagador de la Devoción al señor San José (Abril de 2013)



El Propagador de la Devoción al señor San José (abril de 2013)

Te ofrezco, a continuación, el índice y la portada de una revista josefina mexicana: El Propagador de la devoción al Señor San José. Revista iniciada en la Ciudad de México (1871) por el Fundador de los Misioneros de San José (19/Nov/1872) el Padre José María Vilaseca (1831-1910).

El índice corresponde al Año CXLII, N. 4, abril de 2013.

p. 1 Presentación
p. 2 San José en el año de la fe. P. Eusebio Ma. Ramos Ramón, m. j.
p. 6 San José. Monseñor Anselmo Zarza, Obispo Emérito de León.
p. 9 San José y los Papas. P. Ambrosio García Moreno, m. j.
p. 12 Año de la fe. P. José Luis Ibarra de los Santos, m. j.
p. 14 Vengo del fin del mundo. Hno. José Daniel García Olivares, m. j.
p. 16 ¡Hey, chav@, acércate al joven Vilaseca: editor de El Propagador! P. Miguel Ángel Aguilar Manríquez, m. j.
p. 18 Recuerdos misioneros. P. Salvador Meza Rodríguez, m. j.
p. 19 Joven Mazateco ordenado sacerdote.
p. 20 XIII Juegos deportivos  Inter-josefinos. Hna. María del Carmen Muños Gutiérrez, h. J.
p. 23 Hacia el XI Simposio Internacional sobre San José. Hno. Octavio Arango Morales, m. j.
p. 25 Padre Alejandro Morán Paz, m. j.: llamado a la presencia de Dios. P. Gabriel Rodríguez Celis, m. j.
p. 27 Verbito.

miércoles, 10 de abril de 2013

Video: San José en el escudo del Papa Francisco


El escudo del Papa Francisco, presentado en el Vaticano

Te invito a que vayas al Canal de Videos de: Rome Reports en donde encontrarás el video que explica el significado del escudo del Papa Francisco.

Da click al siguiente enlace:


O bien ve al final de las entradas de texto de este blog de Actualidades Josefinas.

martes, 9 de abril de 2013

En su escudo, el Papa Francisco resalta su devoción a María y a José



“Lo miró con misericordia y lo eligió”, Lema del Papa Francisco
"Miserando atque eligendo" ("Lo miró con misericordia y lo eligió"), es el lema escogido por el papa Francisco para el escudo papal, en el que ha integrado el escudo de la Compañía de Jesús, a la que pertenece, sobre un sol radiante, y que fue presentado por el Vaticano.

En líneas esenciales, el papa Francisco ha conservado su escudo de obispo, al que ha añadido los símbolos de la dignidad pontificia y la mitra colocada entre las llaves de plata y oro, entrelazadas con un cordón rojo.

En la parte alta del escudo se encuentra el emblema de la Compañía de Jesús: un sol radiante amarillo con las letras en rojo "IHS": "Jesús, Hombre y Salvador".

Sobre la letra H se encuentra una cruz, en punta, y debajo de las letras IHS, siempre dentro del sol radiante, tres clavos en negro. En la parte baja del escudo, a su derecha, se encuentra una estrella y la flor de nardo. La estrella simboliza a la Virgen María, madre de Cristo y de la Iglesia, y la flor de nardo a San José, patrón de la Iglesia Universal. En la tradición española San José es representado con un ramo de nardos en la mano.

Con este escudo, informó el Vaticano, el papa ha querido resaltar su particular devoción a la Virgen y a san José.

El lema "Miserando atque eligendo" ("Lo miró con misericordia y lo eligió") está tomado de las homilías de san Beda el Venerable, el cual, comentado el evangelio de Mateo, escribió " Vio Jesús a un publicano y como le miró con sentimientos de amor lo eligió y le dijo: sígueme".

El Vaticano explicó este lunes que esta homilía es un homenaje a la misericordia divina e influyó en la vida e itinerario espiritual del papa Francisco, que ya eligió ese lema cuando fue nombrado Papa.

Tomado de:

Letanías a San José

San José

Como tú (Canto a San José)

Himno a San José (Popular en Chile)

Fan de San José

San José abriga a la Virgen María, en su vestimenta

Meditación Papa Francisco sobre la Sagrada Familia 28dic2014

Maestro de fe (Canto a San José)

Atento a Dios (Versión CD)

Magníficat de San José

¡Abbá José!

¡Tú eres un nuevo José!

)

Hijo de Dios, hijo de José

Video: invitación fiesta de San José en San Esteban

Himno a San José

Súplica a San José, custodio y padre

Canto de ofertorio misa de San José: Pan y Vino

Canto a San José: 'Tu justicia

21feb2014 Modelo de amor al Señor (Canto a San José)

Entrevista con uno de los grandes especialistas del Centro Josefino Español

Homilía de apertura del XI Simposio Internacional sobre San José

Entrevista de Radio Vaticano con ocasión del XI Simposio Internacional sobre San José

Palabras de Bienvenida del Obispo de Ciudad Guzmán

Primer día del Simposio Internacional sobre San José

Video: Protector de la vida (Canto a San José)

San José en el escudo del Papa Francisco

Canto: El silencio de San José

Fiesta de San José en el Cuzco 2012

Video: Fiesta de San José 2012 en la Parroquia de San Esteban

¡Grande eres, José!

Video: Vamos a Jugar señor San José (Canto)

Video: Plegaria, canto a San José

Video: Canto a San José del Ministerio de Música Cristo Rey

Video: José de María inseparable

En casa de José de Nazaret

Casita de Nazaret (Canto a la Sagrada Familia)

Recordando a un gran apostol de San José. 100 años de su pascua al Padre

Jóvenes de San José

¿Qué decir? (Canto a San José)

Un fragmento de la obra "Canción de José"

San José una fuente de inspiración la vocación a la paternidad

La fuente número 100 del Vaticano, dedicada a San José

Joven Nazareno (Canto a San José)

San José (Canto a San José)

Video: Villancico de José

Video: San José, una historia de amor (Canto a San José)

Video: Tu mirada (Canto a San José)

En el Jubileo de los 100 años de un gran apóstol de San José, II Parte

En el Jubileo de 100 años de la partida de un apóstol de San José

Imágenes X Simposio Internacional sobre San José 2009

San José en el Simposio Internacional de Kevelaer 2005

San José en la pintura de Ricardo González Copado

San José en 'El pulso de la fe'

Conversación con San José / Rozmowa ze Świętym Józefem

Audio: La virtud de San José

Video: 18 de marzo de 2009 Meditación Josefina en el rezo de Vísperas de Benedicto XVI

Video: 19 de marzo de 2009 Palabra de vida dedicada a San José por el P. Jesús Higueras

Video: 19 de marzo de 2009 La actualidad de San José. Por José Luis Navas

Canto: 'Carpintero'. Un canto del cantautor católico Felipe Gómez

Benedicto XVI, Misa del 19 de marzo de 2009. Viaje Camerún-Angola.

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