Como San José custodiar la vida y
el amor
La Familia Josefina -Laicos, Hermanas y
Misioneros- continua la obra del p. José María Vilaseca, su fundador: dar a
conocer a San José, esposo de María, Protector de la Iglesia universal y modelo
en nuestra vocación de discípulos y misioneros de Jesús. La Providencia, a
través del inicio del ministerio petrino del Papa Francisco, el pasado 19 de
marzo de 2013, fiesta de San José, ha llamado nuestra atención para que, como
San José, custodiemos la vida y el amor, que se nos han confiado.
Como
presentación del Calendario Josefino 2014,
tomamos algunos párrafos de la homilía del Papa Francisco, en donde subraya
nuestra misión en la Iglesia y en el mundo: "custodiar",
como San José.
José, custodio de María y Jesús
«"José hizo lo que el ángel del Señor
le había mandado, y recibió a su mujer" (Mateo 1,24). En estas palabras se encierra ya la misión que Dios
confía a José, la de ser custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero
es una custodia que se alarga luego a la Iglesia.
¿Cómo ejerce José esta custodia? Con
discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una
fidelidad total, aun cuando no comprende. ¿Cómo vive José su vocación como
custodio de María de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios,
abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio. En él
vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud;
pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo.
Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, para salvaguardar
la creación.
Custodiar, tarea de todos
Pero la vocación de· custodiar no sólo nos
atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y
que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación,
la belleza de la Creación. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos,
por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son
más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es
preocuparse uno del otro en la familia. Es vivir con sinceridad las amistades,
que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien.
Y cuando el hombre falla en esta
responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos,
entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por
desgracia, en todas las épocas de la historia ·existen ‘Herodes’ que traman
planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.
Custodiar con bondad y ternura
El preocuparse, el custodiar, requiere
bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, San José aparece como
un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran
ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario:
denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera
apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.
El que sirve con amor sabe custodiar
Nunca olvidemos que el verdadero poder es el
servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez
más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus
ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José y, como él,
abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger .con afecto y
ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles,
los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad:
al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al
encarcelado (Ver: Mateo 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.
Custodiar a todos
Custodiar a Jesús con María, custodiar toda
la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a
nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a
desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella
de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado».
¡Adelante,
siempre adelante, pues lo quiere San José!
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