Nueva lectura de la justicia de
José
Es
mucho lo que se ha debatido sobre la justicia de José a lo largo de la
historia, sin llegar a un consenso. Las posturas son dos. De un lado están
quienes sostienen que José supuso adulterio en María y su justicia sería de
tipo legal pues la secrecía de la decisión implicaría un gesto de misericordia
hacia la persona de su esposa. De otro lado están quienes suponen un diálogo
previo de María y José, en el que ella habría revelado a su esposo el origen de
su embarazo por la acción del Espíritu Santo;
aquí la justicia residiría en el hecho
de que José habría decidido alejarse de María por un sentimiento de
humildad, pues no se consideraría digno de permanecer junto al Hijo de Dios y
su madre; estaríamos, de este modo, ante una justicia de tipo religiosa.
Creo
que ninguna de las dos posturas es correcta, pues surgen de una lectura
doblemente descontextualizada, fuera del contexto del resto del Evangelio como
fuera del gran contexto histórico, político, social, cultural y religioso de la
comunidad de Mateo. Las dos posturas en debate asumen como punto de partida un
equívoco: que José fue justo al (pensar) repudiar a María en secreto.
El contexto narrativo
En
Mateo 1, 18-25 aparece por vez primera el tema de la justicia, en la
caracterización de José como “justo”. José es la punta de una hebra que cruzará
el Evangelio entero, desde el bautismo en el Jordán (Mateo 3, 15) y el sermón
de la Montaña (Mateo 5, 6. 10. 20. 45; 6, 1-33), en el que Jesús hablará de una
justicia superior que hay que buscar y practicar, que se recompensará con el
reino y la vida eterna en el juicio final (Mateo 13, 43. 49; 25, 37-46), y que
finalmente caracterizará a Jesús en su pasión, en boca de Pilato y su esposa
(Mateo 27, 19-24). Llama la atención que José sea llamado “justo” antes de la
predicación de Jesús y surge una pregunta: ¿se puede ser “justo” en sentido
cristiano antes de Cristo? El desarrollo
lógico de la narración supone un salto cualitativo en el sentido de la justicia
antes y después de Jesús.
El
narrador recurre a su propia voz para dar a sus lectores información necesaria
para la comprensión del relato. Esto significa que frente a José los lectores
de la narración se encuentran en una posición superior: el narrador nos ha
hecho saber algo que José no sabe, el origen divino del embarazo de su esposa.
Con este recurso, el narrador ha hecho que empaticemos con María. Sabiendo lo
que José no sabe, los lectores nos distanciamos de la decisión tomada por él ,
repudiar a su esposa en secreto, y damos
nuestro propio veredicto: es una decisión equivocada que complicará o
frustrará el plan salvífico de Dios, ¡a pesar de, o precisamente por ser
“justo”!
El contexto social y cultural
La
comunidad de Mateo vivía un proceso de conflicto con la sinagoga judía, de corte fariseo de la
que se iba separando poco a poco, delineando su conciencia como comunidad o iglesia cristiana. José,
hombre justo, es decir, fiel al Dios de la Alianza, según el sentido del
término en el Antiguo Testamento, simboliza al pueblo judío que no consigue abrirse
a la novedad fecunda y creadora de Dios que se hace presente en el Hijo de
María, su María es un obstáculo para ello. Se reconoce así la insuficiencia de
la justicia del Antiguo Testamento, a la que habría que calificar de inferior
según Mateo 5, 20 y 23, 23.
Ahora
bien, ante el embarazo de María, es lógico suponer que José sospeche que María
ha sido culpable de adulterio o víctima de violación. El lector sabe lo que
José ignora, la concepción por obra del Espíritu Santo, y sabe también que José
es “justo”, es decir, obediente a la voluntad de Dios que cree manifestada en
la Ley; y al focalizarlo internamente el narrador, el lector comprende que en
su decisión José, además de buscar
salvar su honor, ha incorporado un componente extra: la misericordia , la
compasión hacia María. Porque es justo, debe repudiarla, pero al ser el repudio
un acto público (Deuteronomio 24, 1), la joven y su hijo quedaría expuestos a
la deshonra. Con ello, el narrador evidencia ante sus lectores la insuficiencia
de la justicia “farisea”, “inferior” o “precristiana”, que no se puede defender sin al mismo tiempo obstaculizar el
cumplimiento de la voluntad salvífica de Dios.
Ahora
bien, categorías clave de pensamiento y de acción en el judaísmo del Nuevo
Testamento es el honor.
El honor representa el lugar justo de una
persona en la sociedad, la posición social de una persona. Esta posición de
honor es delimitada por fronteras relativas al poder, status basado en el
género y situación en la escala social. […] El honor puede ser
asignado o adquirido. El honor asignado recae en una persona pasivamente, a
través de su nacimiento, de las conexiones familiares o de la concesión por
parte de personas notables que detentan poder […] El honor, tanto el
asignado como el adquirido, es frecuentemente simbolizado por la sangre (las
relaciones consanguíneas, el grupo sanguineo) y el nombre. Un buen nombre
significa fundamentalmente honor adecuado para llevar a cabo las interacciones
sociales necesarias para una existencia humana digna.
En general, el honor es una
categoría masculina; la mujer es susceptible del honor, pero se trata de un
honor asociado al del varón al que pertenece: el padre, si es soltera; el
hermano, si es huérfana; el marido, si está casada; el hijo, si es viuda. La
geneaología ha dejado en claro el honor de José, dada su ascendencia davídica.
Un varón judío del siglo I piensa y actúa en términos de honor. Es claro en la
construcción del relato que José ignora el origen divino del embrarazo de
María. Imaginar que José se siente humilde e indigno de pasar su vida junto al
hijo de Dios es un pensamiento psicológicamente y culturalmente imposible. Ello
habría supuesto dejar que Jesús creciera deshonrado como el hijo bastardo de
una madre repudiada, ¿quién se habría
atrevido a tomar consigo como esposa a una mujer embarazada de la que todos
sabían que estaba desposada con un descendiente
de David? El relato es más lógico si suponemos en José el dolor y la
afrenta de verse deshonrado de manera
irremediable por el embarazo de su mujer, que mancilla su honor davídico. La
decision del repudio en secreto le evitaría iniciar un proceso de satisfacción,
a todas luces insuficiente para él, y condenatorio para María.
Además en la época del Nuevo
Testamento, al interior del judaísmo las
distinciones entre “jurídico” y “religioso” son totalmente artificiales. Para
un buen judío no hay más ley que la de Dios, y no se puede honrar a Dios al
margen de la Ley.
Conclusión
José, pues, dio el paso a la
justicia superior cuando aceptó las palabras del ángel. Cumplió la voluntad de
Dios cuando, en fidelidad al espíritu de la Escritura, actuó con misericordia y
se abrió a la acción creadora del Espíritu Santo. Para ello fue precisa la
intervención directa de Dios, pues de otro modo habría sido imposible para él.
Una vez que José se abrió a la justicia de Dios, también asumió valores
marginales y contraculturales. Porque logró ser justo, renunció al machismo
patriarchal propio de su tiempo y su
cultura. José, pues se hizo o, mejor dicho, se dejó hacer justo. Y esto
es lo mismo que se espera de todo seguidor de Jesús, en todo tiempo y en
cualquier lugar.
P. Miguel Ángel Aguilar Manríquez, m. j.
Artículo
tomado de: El Propagador de junio de
2014, pp. 5-8.
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