Los recaditos del Papa bajo la
imagen de San José
«El Santo Padre hace trabajar mucho a San
José. La devoción por el padre de Jesús se ha convertido en una devoción para
todos los que giran alrededor de la residencia de Francisco, incluidos los
guardias de la Guardia Suiza…». Bergoglio tiene una gran devoción por San
José y justamente afuera de la habitación 201 de la Casa Santa Marta, en uno de
los dos nichos de madera, hay una estatua del santo a cuyos pies el Papa deja
papelitos con peticiones de gracias escritas por él mismo. Cuando los papelitos
se vuelven demasiados, porque «el Santo Padre hace trabajar mucho a San José»,
la estatua se levanta un poquito.
Hoy,
primero de mayo, fiesta de San José trabajador, es el día adecuado para
describir esta devoción que acompaña al Papa desde que era joven. La parroquia
de Flores, el barrio en el que nació y creció Jorge Mario Bergoglio, está
dedicada a San José; y en esta Iglesia dedicada al padre de Jesús tuvo sus
primeras experiencias de vida cristiana. Fue en esta parroquia, bajo la
protección del santo, en donde el 21 de septiembre de 1953, con casi 17 años,
Bergoglio encontró al padre Carlos B. Duarte Ibarra, con quien, después de
haberle confesado sus pecados, descubre su vocación sacerdotal. El Pontificado
de Francisco fue encomendado a la protección de San José, pues comenzó
solemnemente el 19 de marzo de 2013.
«No nos olvidemos nunca –dijo durante la
homilía en aquella ocasión– que el verdadero poder es el servicio y que incluso
el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que
tiene su fuente luminosa en la Cruz; debe ver el servicio humilde, concreto,
rico de fe, de San José y, como él, debe abrir los brazos para custodiar a todo
el pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, sobre todo
a los más pobres, a los más débiles, a los más pequeños… ¡Solo quien sirve con
amor sabe custodiar!».
El 5
de julio de 2013, el Papa consagró todo el Estado de la Ciudad del Vaticano a
San José y a San Miguel Arcángel, a quienes el Gobernatorado ya había elegido
como protectores.
La
estatua de San José que se encuentra afuera de la habitación de Francisco es de
madera, mide unos 40 centímetros y representa al santo con vestidos color verde
oscuro y rojo, adornos dorados, siguiendo el estilo de la iconografía
hispanoamericana. José se encuentra acostado y está durmiendo. Una referencia
evangélica: fue, efectivamente, durante un sueño cuando el padre de
Jesús recibió los mensajes del cielo primero sobre el embarazo de María
(también en sueños escuchó el nombre que debía dar al niño) y después sobre los
peligros que representaba Herodes, por lo que huyó con su familia a Egipto. Una
estatua parecida acompañaba a Bergoglio en la habitación que ocupó durante 18
años en el Colegio Máximo de San Miguel, en donde fue rector y en donde vivió
también como provincial de los jesuitas. El San José dormido que conservaba en
la curia de Buenos Aires es una de las pocas cosas que el Papa mandó traer
desde Argentina después de su elección; durante el viaje se la estatua se
rompió (se separó la cabeza del cuerpo), pero Bergoglio la mandó reparar.
Bajo
el pedestal deja papelitos con sus peticiones de gracias al santo. «Sabes –dijo a uno de sus colaboradores
durante los primeros meses después de la elección–, con estos carpinteros hay que tener paciencia: te dicen que te hacen
un mueble en dos semanas, y luego se tardan un mes. Pero te lo hacen, ¡y
trabajan bien! Solamente hay que tener paciencia…».
La
ternura, el silencio y el ocultamiento, la falta de protagonismo, la vocación
para custodiar: estos son algunos de los elementos del santo protector de los
trabajadores que aprecia Francisco. Por este motivo, aunque la estatua
represente al carpintero de Nazaret mientras duerme, el Papa «lo hace trabajar mucho», pidiéndole
ayuda.
Andrea Tornelli
30 de abril de 2014
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