Danos el silencio
“Patriarca del interior”. Así es llamado San José por Paul Claudel en Hojas de santos —el santoral de La Corona de la bondad del año de Dios— dedicado, desde joven después de las fatigas de cada día, a la oración y a la Sabiduría. Según la vision evocada por las amplias y lentas secuencias del Poeta, que darían material para el fresco de un gran pintor: “Cuando los materiales están puestos en su lugar y el trabajo de la jornada ha terminado”; “cuando desde el Carmelo al Jordan Israel duerme en el grano y en la noche, desde que era muy joven y empezaba a estar muy oscuro para ponerse a leer, José entra con un gran suspiro en la conversación con Dios”, haciendo, así, la opción preferencial de la Sabiduría misma “que le es conducida para que la tome como esposa”. El poeta está especialmente impresionado por la íntima tranquilidad que reina en el alma de José y de la gran cantidad de dones que lo llenan: “Él es silencioso como la tierra en la hora del rocío”; él está en la abundancia y en la noche; él está con la alegría y la verdad”. Y he aquí que en la soledad de José está la entrada de María, toda rodeada por su abrazo: “María es suya y él la rodea por todas partes. No por un solo día: ha aprendido a no estar solo”.
Ella ha conquistado toda fibra “de este corazón ya sabio y paterno”. Y es como si el Génesis se volviese a cumplir: ¡José, el esposo, está “nuevamente en el Paraíso en compañía de Eva!”, que en señal de devota ternura inclina hacia él su propio rostro. “Este rostro de quien todos los hombres tienen necesidad se vuelve con amor y sumisión hacia San José”. Ahora “él siente, como si fuera un improvisado brazo suave, el que sostiene este ser profundo e inocente”: y su oración no es más la misma; ni la misma es la antigua espera. Y “no está ya la fe desnuda de la noche; es el amor que explica y actúa”, el amor que en el Padre tiene su fuente. “José está con María y María está con el Padre”.
También nosotros estamos llamados a tomar parte del misterio de ellos. El canto, sigue así, bajo la forma de una oración apasionada confiada a la intercesión de San José. “Patriarca interior, José, danos el silencio”: “Para que al final, se abra el paso de Dios, cuyas obras van más allá de nuestra razón”; “Para que Su luz no sea apagada por nuestra lampara y Su Palabra no sea callada por el ruido que nosotros hacemos”; “Porque termine el hombre y venga Tu Reino y se cumpla Tú Voluntad”; “Para que reencontremos el origen con sus profundas delicias”; “Para que el mar se calme y comience María, aquella que posee la mejor parte y escoge la resistencia del antiguo Israel”.
Pidamos el don de la interioridad y de la laboriosidad serena y silenciosa, que son los rasgos que según Claudel han distinguido la vida y la santidad de José, reconocida solamente por Dios. De él no nos ha llegado ni siquiera una palabra, sin embargo de su paterno cuidado hacia el Hijo de Dios y de María ha sido protegido y puesto a salvo. Para esta protección y este cuidado no es necesario hablar. Es necesario actura. Más aún es necesario dejar actuar a Dios y no impedir con iniciativas nuestras su proyecto.
Innos Biffi
Tomado de:
Traducción del Italiano al Español:P. Óscar Alejandro, m. j.
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