La edad de San José y los hermanos de Jesús
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La edad de San José ha sido casi siempre valorada en relación a la tutela de la virginidad de María, considerada como la verdad más importante que se debe defender. La solución más simple ha parecido aquella de elevar la edad de José a un nivel tal de seguridad biológica, que excluya toda duda sobre su participación física en la generación de Jesús. Obviamente todo viene considerado sólamente del punto de vista natural, casi que los evangelistas no tengan otros intereses prioritarios, más allá de la concepción virginal, como, por ejemplo, aquel de considerar a Jesús como “hijo de José”, por los motivos que hemos ampliamente presentado tratando de la paternidad de José.
A la pregunta entorno a la edad de José, joven o viejo, en el momento del nacimiento de Jesús, responde Lucas en su evangelio afirmando, después del bautismo de Jesús en el Jordán, que “Jesús, cuando comenzó su ministerio tenía unos treinta años y era hijo, como se creía, de José” (Lucas 3, 23).
Lucas intentaba afirmar, después de la declaración desde el Cielo, que Jesús “era el Hijo de Dios”, su identidad terrena: era tenido como hijo de José. Tal filiación era comprobada por el lugar del nacimiento de Jesús, en Belén, donde José había ido justamente “para hacerse registrar junto con María, su esposa, que estaba encinta” (Lucas 2, 5). Hijo de José también lo considera Felipe, que en su encuentro, en Cana, con Natanael, le dice: “Hemos encontrado a aquel del cual han escrito Moisés en la Ley y los Profetas: Jesús, hijo de José, de Nazaret” (Juan 1, 45; cfr. Lucas 4, 22).
Jesús era considerado hijo de María y de José sea de sus paisanos, en Nazaret (cfr. Mateo 13, 55), sea en Cafarnaum, donde los judíos dicen: “¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿Del que conocemos el padre y la madre?" (Juan 6, 42).
Todo esto significa que durante la vida terrena de Jesús no se había manifestado su origen divino, escondida en el matrimonio de María y José, que tenía justamente la finalidad de garantizar su identidad humana. De aquí los problemas surgidos después de la resurrección de Jesús y su reconocimiento como “el Señor”, que había revelado su concepción “por obra del Espíritu Santo" (Mateo 1, 18).
Su origen divino había conducido, de hecho, a la exclusión de “semilla humana” es decir, la intervención de José, cuya presencia es, sin embargo, es necesaria para garantizar a Jesús el título de “Cristo” que deriva del linaje de David. De allí la importancia del matrimonio de José, “hijo de David”, con María, ampliamente mostrado por Mateo en el inicio de su evangelio.
Si a alguien la trama evangélica le pareciera complicada desde el punto de vista teológico, a otros les pareció serlo del punto de vista moral, como lo fue en los primeros siglos de la Iglesia.
No faltaron, de hecho, algunos que, para tutelar la concepción “virginal” de Jesús, inventaron atribuirle a San josé una edad tal, al momento del matrimonio, que aseguraban su exclusión en la concepción y la sucesiva virginidad de María.
Y es así que encontramos en los escritos llamados “apócrifos”, porque no fueron aceptados por la Iglesia, la presencia de un San José “viejo”, reducto de un matrimonio precedente y más aún en una edad muy avanzada, que va de los noventa a los cien años.
No es el caso de persistir en la descripcion de estas fantasías, que sirvieron a la recopilación medieval de leyendas testificadas por Vida Rhytmica de la Virgen y de Cristo, por las Narrationes de Vita et Conversatione B. M. V. Et de Pueritia Salvatoris, por el Speculum Historiale de Vincenzo di Beauvais y por la Leyenda Aurea de Jacopo da Voragine. A esta se añade la Historia de José el carpintero, difundida a través de Isidoro de Isolano en su libro Summa de donis Sanctae Joseph (1522). Estas muestras son suficientes almenos para explicar cuando y donde aparecieron y se difundieron las representaciones artísticas de la vida oculta de Jesús, en las cuales San José es representado insistentemente como “viejo”.
No han faltado, evidentemente las reacciones dictadas por la “cordura”. ¿Cómo es posible que en el matrimonio querido y preparado por Dios para introducir de modo “ordenado” a su propio Hijo, no se haya respetado la justa proporción de la edad entre los esposo, según las costumbres locales, tanto más si aquel matrimonio tendría que mantener oculto el misterio de la Encarnación y defender al mismo tiempo el honor de Jesús? ¿Qué decir del honor de la misma maternidad de María, comprometido, más aún tutelado, por la edad de un esposo evidentemente ya no idoneo para procrear? Como los Santos Padres, Isolano advierte, justamente, que “el Señor amó tanto su honor que prefirió que algunos dudasen preferentemente de su origen que del pudor honestísimo de su madre. José es marido de María justamente por esto”.
No hablamos de las necesidades prácticas de la vida de la Sagrada Familia, sea durante sus peligrosos y fatigosos traslados y sea por su cotidiano y decoroso mantenimiento, evidentemente insostenible por una persona anciana.
A quién aún insistiera sobre la ancianidad de José como “garantía” de la virginidad de María, ¿Cómo no reprochar tal solución como “indigna” no sólo de un hombre tan grande, calificado como “justo” por el Espíritu Santo (cfr. Mateo 1, 29), y también por la gracia divina, que ciertamente no podría faltar a aquel que Dios mismo había hecho digno de un honor tan grande?
Juan Pablo II observa, justamente, que “Es el caso de suponer, por el contrario, que él no fuera entonces un hombre anciano, sino que su perfección interior, fruto de la gracia, lo llevara a vivir con afecto virginal su relación esponsal con María”. Puesto que el misterio de la Encarnación ha tenido necesidad que Jesús fuese considerado “hijo de José”, ¡es necesario que la predicación y el arte no entorpezcan su imagen!
Los hermanos de Jesús
La cuestión de los “hermanos de Jesús”, nace de los evangelios mismos que así llaman a sus parientes, dando también su nombre (cfr. Mateo 12, 46; Mateo 13, 55; Juan 73 y siguientes). Porque este calificativo parecía comprometer l a virginidad de María, la literatura “apócrifa” —que la Iglesia no considera “canónica”, o sea normativa de su fe— resolvió radicalmente el problema atribuyéndole a un matrimonio precedente del ya viejo José, el cual habría desposado a María en segundas nupcias.
Hemos explicado antes como esta solución no corresponde a la imagen de San José. Ya san Jerónimo respondía: “Se debe más bien creer que José haya permanecido virgen, ya que no está escrito que haya tenido otra mujer y no debe atribuírsele la infidelidad al santo personaje”. (Contra Helvidium, 19: PL 23, 2 13).
Por otra parte el término “hermano” puede ser usado por los autores hebreos en lugar de “primo” se puede encontrar facilmente en otros textos bíblicos.
Hoy, despues de los estudios sobre “Iglesia de la circuncisión”, que han puesto en evidencia como los fieles encontraron normal la transmisión del poder eclesiástico siguiendo las usanzas dinásticas, se comprende mejor como fuera escrutada, cuidadosamente, la “genealogía de Jesús” (más aún, en los Evangelios se encuentran dos) para reivindicar los derechos en la elección de los jefes de la Iglesia.
A la pregunta entorno a la edad de José, joven o viejo, en el momento del nacimiento de Jesús, responde Lucas en su evangelio afirmando, después del bautismo de Jesús en el Jordán, que “Jesús, cuando comenzó su ministerio tenía unos treinta años y era hijo, como se creía, de José” (Lucas 3, 23).
Lucas intentaba afirmar, después de la declaración desde el Cielo, que Jesús “era el Hijo de Dios”, su identidad terrena: era tenido como hijo de José. Tal filiación era comprobada por el lugar del nacimiento de Jesús, en Belén, donde José había ido justamente “para hacerse registrar junto con María, su esposa, que estaba encinta” (Lucas 2, 5). Hijo de José también lo considera Felipe, que en su encuentro, en Cana, con Natanael, le dice: “Hemos encontrado a aquel del cual han escrito Moisés en la Ley y los Profetas: Jesús, hijo de José, de Nazaret” (Juan 1, 45; cfr. Lucas 4, 22).
Jesús era considerado hijo de María y de José sea de sus paisanos, en Nazaret (cfr. Mateo 13, 55), sea en Cafarnaum, donde los judíos dicen: “¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿Del que conocemos el padre y la madre?" (Juan 6, 42).
Todo esto significa que durante la vida terrena de Jesús no se había manifestado su origen divino, escondida en el matrimonio de María y José, que tenía justamente la finalidad de garantizar su identidad humana. De aquí los problemas surgidos después de la resurrección de Jesús y su reconocimiento como “el Señor”, que había revelado su concepción “por obra del Espíritu Santo" (Mateo 1, 18).
Su origen divino había conducido, de hecho, a la exclusión de “semilla humana” es decir, la intervención de José, cuya presencia es, sin embargo, es necesaria para garantizar a Jesús el título de “Cristo” que deriva del linaje de David. De allí la importancia del matrimonio de José, “hijo de David”, con María, ampliamente mostrado por Mateo en el inicio de su evangelio.
Si a alguien la trama evangélica le pareciera complicada desde el punto de vista teológico, a otros les pareció serlo del punto de vista moral, como lo fue en los primeros siglos de la Iglesia.
No faltaron, de hecho, algunos que, para tutelar la concepción “virginal” de Jesús, inventaron atribuirle a San josé una edad tal, al momento del matrimonio, que aseguraban su exclusión en la concepción y la sucesiva virginidad de María.
Y es así que encontramos en los escritos llamados “apócrifos”, porque no fueron aceptados por la Iglesia, la presencia de un San José “viejo”, reducto de un matrimonio precedente y más aún en una edad muy avanzada, que va de los noventa a los cien años.
No es el caso de persistir en la descripcion de estas fantasías, que sirvieron a la recopilación medieval de leyendas testificadas por Vida Rhytmica de la Virgen y de Cristo, por las Narrationes de Vita et Conversatione B. M. V. Et de Pueritia Salvatoris, por el Speculum Historiale de Vincenzo di Beauvais y por la Leyenda Aurea de Jacopo da Voragine. A esta se añade la Historia de José el carpintero, difundida a través de Isidoro de Isolano en su libro Summa de donis Sanctae Joseph (1522). Estas muestras son suficientes almenos para explicar cuando y donde aparecieron y se difundieron las representaciones artísticas de la vida oculta de Jesús, en las cuales San José es representado insistentemente como “viejo”.
No han faltado, evidentemente las reacciones dictadas por la “cordura”. ¿Cómo es posible que en el matrimonio querido y preparado por Dios para introducir de modo “ordenado” a su propio Hijo, no se haya respetado la justa proporción de la edad entre los esposo, según las costumbres locales, tanto más si aquel matrimonio tendría que mantener oculto el misterio de la Encarnación y defender al mismo tiempo el honor de Jesús? ¿Qué decir del honor de la misma maternidad de María, comprometido, más aún tutelado, por la edad de un esposo evidentemente ya no idoneo para procrear? Como los Santos Padres, Isolano advierte, justamente, que “el Señor amó tanto su honor que prefirió que algunos dudasen preferentemente de su origen que del pudor honestísimo de su madre. José es marido de María justamente por esto”.
No hablamos de las necesidades prácticas de la vida de la Sagrada Familia, sea durante sus peligrosos y fatigosos traslados y sea por su cotidiano y decoroso mantenimiento, evidentemente insostenible por una persona anciana.
A quién aún insistiera sobre la ancianidad de José como “garantía” de la virginidad de María, ¿Cómo no reprochar tal solución como “indigna” no sólo de un hombre tan grande, calificado como “justo” por el Espíritu Santo (cfr. Mateo 1, 29), y también por la gracia divina, que ciertamente no podría faltar a aquel que Dios mismo había hecho digno de un honor tan grande?
Juan Pablo II observa, justamente, que “Es el caso de suponer, por el contrario, que él no fuera entonces un hombre anciano, sino que su perfección interior, fruto de la gracia, lo llevara a vivir con afecto virginal su relación esponsal con María”. Puesto que el misterio de la Encarnación ha tenido necesidad que Jesús fuese considerado “hijo de José”, ¡es necesario que la predicación y el arte no entorpezcan su imagen!
Los hermanos de Jesús
La cuestión de los “hermanos de Jesús”, nace de los evangelios mismos que así llaman a sus parientes, dando también su nombre (cfr. Mateo 12, 46; Mateo 13, 55; Juan 73 y siguientes). Porque este calificativo parecía comprometer l a virginidad de María, la literatura “apócrifa” —que la Iglesia no considera “canónica”, o sea normativa de su fe— resolvió radicalmente el problema atribuyéndole a un matrimonio precedente del ya viejo José, el cual habría desposado a María en segundas nupcias.
Hemos explicado antes como esta solución no corresponde a la imagen de San José. Ya san Jerónimo respondía: “Se debe más bien creer que José haya permanecido virgen, ya que no está escrito que haya tenido otra mujer y no debe atribuírsele la infidelidad al santo personaje”. (Contra Helvidium, 19: PL 23, 2 13).
Por otra parte el término “hermano” puede ser usado por los autores hebreos en lugar de “primo” se puede encontrar facilmente en otros textos bíblicos.
Hoy, despues de los estudios sobre “Iglesia de la circuncisión”, que han puesto en evidencia como los fieles encontraron normal la transmisión del poder eclesiástico siguiendo las usanzas dinásticas, se comprende mejor como fuera escrutada, cuidadosamente, la “genealogía de Jesús” (más aún, en los Evangelios se encuentran dos) para reivindicar los derechos en la elección de los jefes de la Iglesia.
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Lo traté en el libro: Evangelio de los misterios de la vida oculta de Jesús (Editorial Sardini), al cual remito a quien quisiera saber más. Me parece una explicación “humanamente” convincente.
Lo traté en el libro: Evangelio de los misterios de la vida oculta de Jesús (Editorial Sardini), al cual remito a quien quisiera saber más. Me parece una explicación “humanamente” convincente.
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Tarcisio Stramare, osj
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Tomado de la la Santa Crociata in onore di San Giuseppe (La santa cruzada en honor de San José) de octubre - noviembre 2009 en la siguiente dirección electrónica:
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http://www.piaunionedeltransito.org/Santa_Crociata_9_2009.html
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http://www.piaunionedeltransito.org/Santa_Crociata_9_2009.html
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Traducción del italiano:
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P. Óscar Alejandro, m. j.
Traducción del italiano:
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P. Óscar Alejandro, m. j.
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