Jubileo 2010 ¡Vilaseca vive! 3
Para el próximo 3 de abril de 2010 la Congregación de los Misioneros de San José celebrará los 100años de la Pascua del Fundador. Con este motivo se han publicado 3 libros titulados: Jubileo 2010 ¡Vilaseca vive!
Hoy te quiero presentar el tercero de esos libros titulado: San José en la oración del Padre José María Vilaseca. El gran santo de la oración y de la contemplación. Escrito por el Padre Eusebio Ramos Ramón, m. j. De esta publicación quiero ofrecerte las partes en que está dividido el trabajo y el prefacio hecho por el mismo autor:
1. Prefacio.
2. Introducción.
3. Yo soy el camino…nadie puede llegar hasta el Padre sino por mí (Juan 14,6).
4. “Es la oración contemplación de la que hablamos siempre que os exhortamos a la oración” (Tratado sobre la oración 106, p. 21).
5. “Mirar y remirar a las sagradas personas de Jesús, María y José” (Tratado sobre la oración n. 20, p. 36).
6. “Del mismo modo que el agua brota de su manantial o el aroma de la flor” (Tratado sobre la oración 107, p. 63; n. 111, p. 172).
7. Conclusión.
8 Explicit.
El folleto consta de 82 páginas y fue editado en México, D. F. en septiembre de 2009.
Prefacio
Cumpliendo bien vuestras santas reglas, esas acciones externas de caridad, se convertirán con el tiempo en actos ferventísimos de amor a Dios, que encerrados en el corazón de Jesús podréis decirle un día con María y José: osculetur me osculo oris sui (me bese con los besos de su boca).
(Meditaciones especialísimas, p. 434).
El arco que configura el tiempo —y que al decir del mismo Padre José María Vilaseca es "de fecha (de) más de veinte años"—, que va del Tratado de la oración mental de un misionero, de los años sesenta y tres, al Tratado sobre la oración, del 28 de noviembre de 1881, ha sido mas que suficiente para que al Padre Vilaseca se le manifieste y clarifique el carisma del Instituto que ha fundado. Más aún, para profundizar y sopesar su alcance total. Es decir, encerrarlo en una síntesis, en donde acción y contemplación se unen en la persona de San José.
Esto lo podemos constatar ya en el Prólogo del Tratado sobre la oración (a cuyo título le ha quitado el restrictivo "de un misionero" y el específico "mental"), en donde se señala "la continuada oración del Señor San José, nuestro Padre, nuestro protector y nuestro fundador". Pero lo podemos constatar, sobre todo, al resolver —con diez años de anticipación a la publicación del Tratado sobre la dignidad y santidad de un misionero (1892) —, el asunto sobre la santidad y perfección.
En efecto, creo —y espero no equivocarme al afirmar— que el Padre José María Vilaseca, al conjuntar los diversos aspectos de la oración en la persona de San José, como "el gran santo de la vida activa y contemplativa" (Tratado sobre la oración., n. 31), ha resuelto definitivamente el asunto sobre santidad y perfección de un misionero y de una josefina; asunto que en el pasado lo había dejado estupefacto, al no encontrar una solución por falta de luces.
Además, queremos indicar que por oración de José María Vilaseca entendemos su enseñanza unida a la práctica de oración, a su ejercicio ya que existe una estrecha correlación entre lo que vive y enseña, sin pretender ponerse como paradigma. Lo que sí hace con San José, al que explícitamente llama: "nuestro maestro, el Señor José" (Prologo).
Ya que la oración es un tema de vastas perspectivas no vamos ni siquiera a describir sus principales características. La consideramos sí desde su síntesis en la persona de San José, a quien Vilaseca llama: "el gran santo de la acción y de la contemplación". Por lo mismo, las caracterizaciones de la oración se verán iluminadas desde esta figura a la vez que ellas irradiarán color, matiz; peso y valides al rostro de San José.
Al hablar, sobre todo, de san José no es nuestra intención separarlo de Cristo y de su santísima esposa, sino delinear un trabajo menos prolijo, tomando como punto convergente el núcleo carismático de la oración vilasecana. Para este trabajo nos han animado las palabras del mismo Vilaseca, cuando se augura que "a su tiempo, perfeccionen nuestro hijos lo que nosotros estaríamos contentos con solo haberlo sabido delinear" (Prologo y Tratado sobre la oración., n.105).
Para este esbozo hemos utilizado una edición del Tratado de la oración del año 1890.
Hoy te quiero presentar el tercero de esos libros titulado: San José en la oración del Padre José María Vilaseca. El gran santo de la oración y de la contemplación. Escrito por el Padre Eusebio Ramos Ramón, m. j. De esta publicación quiero ofrecerte las partes en que está dividido el trabajo y el prefacio hecho por el mismo autor:
1. Prefacio.
2. Introducción.
3. Yo soy el camino…nadie puede llegar hasta el Padre sino por mí (Juan 14,6).
4. “Es la oración contemplación de la que hablamos siempre que os exhortamos a la oración” (Tratado sobre la oración 106, p. 21).
5. “Mirar y remirar a las sagradas personas de Jesús, María y José” (Tratado sobre la oración n. 20, p. 36).
6. “Del mismo modo que el agua brota de su manantial o el aroma de la flor” (Tratado sobre la oración 107, p. 63; n. 111, p. 172).
7. Conclusión.
8 Explicit.
El folleto consta de 82 páginas y fue editado en México, D. F. en septiembre de 2009.
Prefacio
Cumpliendo bien vuestras santas reglas, esas acciones externas de caridad, se convertirán con el tiempo en actos ferventísimos de amor a Dios, que encerrados en el corazón de Jesús podréis decirle un día con María y José: osculetur me osculo oris sui (me bese con los besos de su boca).
(Meditaciones especialísimas, p. 434).
El arco que configura el tiempo —y que al decir del mismo Padre José María Vilaseca es "de fecha (de) más de veinte años"—, que va del Tratado de la oración mental de un misionero, de los años sesenta y tres, al Tratado sobre la oración, del 28 de noviembre de 1881, ha sido mas que suficiente para que al Padre Vilaseca se le manifieste y clarifique el carisma del Instituto que ha fundado. Más aún, para profundizar y sopesar su alcance total. Es decir, encerrarlo en una síntesis, en donde acción y contemplación se unen en la persona de San José.
Esto lo podemos constatar ya en el Prólogo del Tratado sobre la oración (a cuyo título le ha quitado el restrictivo "de un misionero" y el específico "mental"), en donde se señala "la continuada oración del Señor San José, nuestro Padre, nuestro protector y nuestro fundador". Pero lo podemos constatar, sobre todo, al resolver —con diez años de anticipación a la publicación del Tratado sobre la dignidad y santidad de un misionero (1892) —, el asunto sobre la santidad y perfección.
En efecto, creo —y espero no equivocarme al afirmar— que el Padre José María Vilaseca, al conjuntar los diversos aspectos de la oración en la persona de San José, como "el gran santo de la vida activa y contemplativa" (Tratado sobre la oración., n. 31), ha resuelto definitivamente el asunto sobre santidad y perfección de un misionero y de una josefina; asunto que en el pasado lo había dejado estupefacto, al no encontrar una solución por falta de luces.
Además, queremos indicar que por oración de José María Vilaseca entendemos su enseñanza unida a la práctica de oración, a su ejercicio ya que existe una estrecha correlación entre lo que vive y enseña, sin pretender ponerse como paradigma. Lo que sí hace con San José, al que explícitamente llama: "nuestro maestro, el Señor José" (Prologo).
Ya que la oración es un tema de vastas perspectivas no vamos ni siquiera a describir sus principales características. La consideramos sí desde su síntesis en la persona de San José, a quien Vilaseca llama: "el gran santo de la acción y de la contemplación". Por lo mismo, las caracterizaciones de la oración se verán iluminadas desde esta figura a la vez que ellas irradiarán color, matiz; peso y valides al rostro de San José.
Al hablar, sobre todo, de san José no es nuestra intención separarlo de Cristo y de su santísima esposa, sino delinear un trabajo menos prolijo, tomando como punto convergente el núcleo carismático de la oración vilasecana. Para este trabajo nos han animado las palabras del mismo Vilaseca, cuando se augura que "a su tiempo, perfeccionen nuestro hijos lo que nosotros estaríamos contentos con solo haberlo sabido delinear" (Prologo y Tratado sobre la oración., n.105).
Para este esbozo hemos utilizado una edición del Tratado de la oración del año 1890.
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