Cada miércoles, día dedicado a la memoria y al amor al
gloriosísimo y santísimo San José, un recuerdo especial suyo como homenaje al
Papa Francisco por el amor y devoción que tiene al glorioso Patriarca, como lo
demuestra especialmente, amén de otras muchas manifestaciones, por la homilía
pronunciada en el día de su toma de posesión del ministerio Petrino el 19 de
marzo, fiesta de San José. Y últimamente haciendo que su nombre sea pronunciado
inmediatamente después de la Virgen María en las plegarias eucarísticas II,
III, IV de la Misa. Esto supone una inmensa glorificación para San José y,
pienso, un buen medio para propagar la devoción al glorioso Patriarca.
San José ante el nombre de Jesús
El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo
engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por
nombre Jesús (Mt 1,20-21).
A lo largo de los siglos este nombre de Jesús ha
provocado en corazones santos, nobles y sensibles, los sentimientos más puros,
las ansias más anhelantes, las reflexiones más profundas y sentidas, los deseos
más apasionados y los gozos más sabrosos.
Sólo voy recoger algunos casos. Y comienzo por San
Juan Crisóstomo que escribe: “Por la misma
razón trajo el ángel del cielo el nombre de Jesús, dando a entender cuán
maravillosa era la concepción, por el hecho de ser Dios mismo quien por
ministerio el ángel enviaba a José el nombre que había de ponerse al niño. Y a
la vedad no es este un nombre puesto al azar, sino un tesoro de bienes
infinitos. Y así lleva a José a creer en su mensaje”( Homiliae in Matheum, hom. 4,7; PG 57,47)
El nombre de Jesús es tesoro de bienes infinitos Es
una lástima que no nos haya desgranado algunos de los bienes de ese tesoro. Es
lo que hacen otros santos que vienen después de él. San Bernardo en uno de sus
sermones nos deleita con estas expresiones: El nombre de Jesús luce cuando es
predicado. ¿De dónde pensáis salió tan grande y súbita luz de la fe a todo el
mundo sino el nombre de Jesús predicado? Es comida que alimenta cuando se le
medita. ¿Qué otra cosa hay que nutra tanto el espíritu del que lo medita. El
nombre de Jesús es luz y alimento. Todo alimento es desabrido si no se
condimenta con este aceite, insípido si no se sazona con esta sal. El leer me
fastidia si no leo el nombre de Jesús. El hablar me disgusta si no se habla de
Jesús. Jesús es miel en la boca, melodía
en el oido, júbilo en el corazón Es medicina que unge y alivia cuando se le
invoca, medicina infalible para todos los achaques y enfermedades del alma. (Sermón 15 sobre el Cantar de los cantares).
San Bernardino de Siena, promotor incansable de este
santísimo Nombre y que predicaba mostrando en una tabla el monograma de Jesús,
JHS, predicaba que “el nombre de Jesús es
el brillo de los predicadores…¿De dónde, piensas, que procede tanto esplendor y
que tan rápidamente se haya propagado la fe por todo el mundo sino por haber
predicado a Jesús?¿Acaso no es por la luz y dulzura de este nombre por el que Dios
nos llamó y conduce a la gloria?...¡Oh nombre glorioso, nombre regalado, nombre
amoroso y santo! Por ti la culpa se borra, los enemigos huyen vencidos, los
enfermos sanan, los atribulados y tentados se robustecen y se siente gozosos
todos. Tú eres la honra de los creyentes, tú el maestro de los predicadores, tú
la fuerza de los que trabajan, tú el valor de los débiles.”
Y es que el nombre de Jesús equivale a la persona
misma de Jesús. Decir que le nombre de Jesús es tesoro de bienes infinitos es
decir que Jesús es tesoro de bienes infinitos, es toda clase de bendiciones
espirituales y celestiales. ¿De quién me
han venido todos los bienes, sino de Vos, Jesús?, dice Santa Teresa de
Jesús.
San José quedó extasiado cuando pronunció por primera
vez el nombre de Jesús. Oficialmente se lo impone a los ocho días de su
nacimiento en la ceremonia de la circuncisión, y Jesús es la única palabra del
Santo que nos guarda el evangelio, pero ¡Qué palabra! Porque llamarle Jesús lo
haría desde el momento que le vio nacido de su esposa juntamente con ella y lo
repetirían en silencio contemplativo. Escribe el recién declarado Doctor de la
Iglesia San Juan de Ávila: “Contó el uno
al otro el dulce nombre de Jesús que el ángel les había dicho que pusiesen al
Niño después de nacido; y fue muy particular gozo entre ellos de oír nombre tan
excelente y consolativo como es Jesús, que quiere decir Salvador y, como el
ángel les dijo, Salvador de los pecados”. (Sermón de San José). ¿Qué sentirían San José y la Virgen al oír por
primera vez, pronunciado por sus labios, el nombre dulcísimo de Jesús? Se les
hizo miel exquisita en la boca, melodía celestial en el oído y júbilo exultante
en el corazón.
P. Román Llamas, ocd
04 de septiembre de 2013
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