viernes, 19 de octubre de 2018

Historia del San José de Zapotlán El Grande, Jalisco.


Cumplimos el juramento de festejar a San José

La narración de la llegada de San José a Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán, Jalisco, presente en la memoria de varias generaciones, señala que el Patriarca Santo peregrinó junto con la Virgen María por el Camino Real de Colima, cuidado por los ojos atentos y las manos poderosas de un arriero.

El ignoto viajero cuidó de las benditas imágenes como mensajero de Dios y después de cumplir su misión y dejar su encargo, desapareció misteriosamente sin dejar rastro.

San José llegó hace muchos años al mesón de La Cofradía del Rosario, ubicado a la orilla del pueblo, así como llegó a Belén junto con la Virgen María, después de caminar por las montañas de Judea.

Él quiso quedarse con nosotros, nos eligió para acompañarnos y protegernos en todo momento como lo hizo con María y el Niño Jesús.

Los vecinos que padecían situaciones difíciles, al descubrir las benditas imágenes, vieron aquello como un regalo del cielo y pronto se encariñaron con los peregrinos llegados de lejanas tierras, por lo que decidieron junto con el párroco trasladarlas a la Parroquia mientras no hubiera quien las reclamara.

Ese encuentro fraternal con San José se consolidó en 1747, al designarlo Patrono protector contra toda clase de calamidades, de manera especial contra los terremotos. Ante los sufrimientos provocados por los sismos del 22 de octubre de 1749, nuestros antepasados lo invocaron y le hicieron un juramento solemne de festejarlo año con año. Desde entonces San José es de Zapotlán y Zapotlán es de San José.

Ahora, a 266 años de este compromiso, celebrar nuestra fiesta a Señor San José nos exige vivir y renovar el juramento siendo fieles: a la promesa hecha por nuestros antepasados, a la palabra de Dios que nos invita a ser un pueblo solidario de frente a las calamidades naturales y sociales que padecemos, a nuestras raíces históricas y a nuestra fe en Jesucristo camino, verdad y vida; y a Señor San José como modelo de vida cristiana, intercesor y protector.

J. Alfredo Monreal Sotelo

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