sábado, 21 de marzo de 2015

Santa Teresa de Jesús y San José



Santa Teresa y San José

Estamos en un día de fiesta ya que celebramos a nuestro Patriarca San José. Día especial para las Hermanas que reciben el hábito, que cambian el nombre, que hacen votos temporales y perpetuos. Quiero hablar de cómo Santa Teresa quería a San José, lo cual se ve en muchas cosas.

En cómo lo llama

Por ejemplo, lo llama repetidas veces: «padre y señor mío»[1], «gloriosísimo padre nuestro San José»[2], «…de mi padre glorioso San José»[3], «mi padre San José»[4], «mi señor San José»[5].

El nombre de los Monasterios fundados por Santa

Vemos que los monasterios fundados por Santa Teresa siempre tienen el nombre de San José. Así:

San José de Ávila (1562)[6];
San José del Carmen de Medina del Campo (1567)[7];
San José de Malagón (1568)[8];
San José de Toledo (1569)[9];
San José de Salamanca (1570)[10];
San José del Carmen de Segovia (1574)[11];
San José del Salvador, en Beas (1575)[12];
San José del Carmen de Sevilla (1575)[13];
San José de la Villa de Caravaca (1576)[14];
San José de Nuestra Señora de la Calle, en Palencia (1580)[15];
San José de Santa Ana de Burgos (1582)[16];

En lo que dice sobre San José

Santa Teresa, con ese lenguaje suyo tan propio, dice: «tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él…me sacó con más bien que yo le sabía pedir»[17]. Es muy generoso San José, da más de lo que le pedimos. En otro lugar dice: «No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer… Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios»[18].

De hecho nosotros vivimos prácticamente rezando los treinta días a San José, de eso vivimos. Es él quien nos mantiene en todo instante. Cuando hay una necesidad más grande, más se rezan los treinta días.

«Sólo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción»[19]. Y más adelante sigue diciendo: «Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro y no errará en el camino»[20].

Anécdotas de Santa Teresa

Y cuenta una de las gracias que había recibido: «Una vez estando en una necesidad que no sabía qué me hacer ni con qué pagar unos oficiales, me apareció San José, mi verdadero padre y señor, y me dio a entender que no me faltarían, que los concertase. Y así lo hice sin ninguna blanca, y el Señor, por maneras que se espantaban los que lo oían, me proveyó»[21].

En una nueva oportunidad –cuenta la santa–: «estaba considerando los muchos pecados que en tiempos pasados había en aquella casa confesado y cosas de mi ruin vida». Se le apareció la Virgen hacia el lado derecho y San José hacia el izquierdo, y vio que le vestían con una ropa de mucha blancura y claridad. Sigue la santa: «Dióseme a entender que estaba ya limpia de mis pecados. Acabada de vestir –de las manos de San José y la Virgen–, y yo con grandísimo deleite y gloria, luego me pareció asirme de las manos nuestra Señora: díjome que la daba mucho contento en servir al glorioso San José, que creyese que lo que pretendía del monasterio se haría y en él se serviría mucho el Señor y ellos dos»[22], a la Virgen y a San José.

En otra ocasión, estando en Sevilla, descubrió las marañas que el demonio había hecho en un convento: «y el glorioso San José ha de sacar en limpio la verdad». Se trataba de monjas que habían estado en el convento de Santa Teresa, que habían hecho problema y habían ido a otro lado, y allí estaban haciendo problemas: «y lo que son esas monjas que de acá fueron, que las de allá no las conozco, mas sé que son más creídas de quien las trata, que ha sido un gran daño para muchas cosas»[23].

Una historia de nuestros tiempos

Termino contando una historia que ocurrió en Buenos Aires. El rector del Seminario, en aquel entonces el P. Eduardo Pironio se había comprado un auto. Pero no sabía manejar, y lo manejaba el entonces seminarista, P. José Barbich luego párroco de San José en San Miguel. Nosotros le decíamos «el ruso», aunque no lo era, pues era descendiente de croatas, pero así como a todos los españoles le decimos gallegos, así a todos los que viene del Este de Europa –lo que para nosotros es el Este de Europa– le decimos rusos, porque muchas veces vienen con pasaporte ruso.

A los pocos días los ladrones le roban el auto, ¡que problema! Entonces, el que después fue Cardenal Pironio, al cual le han iniciado aquí en Roma el proceso de canonización, a los pocos días va al convento de las Carmelitas, y ellas le pidieron el número de patente. Luego fueron a la imagen de San José con el papel y lo dejaron allí, para que apareciera el auto.

Al poco tiempo, a la semana, estaba el entonces seminarista José Barbich caminando por el centro y ve un auto igual al de Pironio, mira la patente: ¡Sí! El mismo auto de Pironio. Aun llevaba consigo la llave. Subió, arrancó y volvió al Seminario con el auto. San José le había dado la gracia de encontrar el auto en el centro de Buenos Aires, algo así como encontrarlo en el centro de Roma. San José puede hacer cosas así.
* * *
En este día en el cual recordamos el inicio de las Servidoras, por eso elegimos el día de San José, tenemos que encomendarnos de manera renovada pidiendo por todas las hermanas, las actuales, las futuras, para pedir realmente por esta vida de confianza en la Providencia que se manifiesta tantas veces a través de él y pedir que crezcan en la santidad para gloria de Dios.

[1] SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, Obras Completas, BAC, Madrid 19979, c. 6, n. 6, 50-51.
[2] SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, c. 36, n. 5, 195.
[3] SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, c. 36, n. 6, 196.
[4] SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, c. 36, n. 11, 198.
[5] SANTA TERESA DE JESÚS, Epistolario, Carta 30, a Alonso Ramírez, n. 10, Obras Completas, 898.
[6] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 1, n. 1, Obras Completas, 676.
[7] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 1, 676.
[8] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 9, 705.
[9] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 15, 723.
[10] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 18, 734.
[11] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 21, 746.
[12] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 22, 749.
[13] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 23, 755.
[14] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 27, 771.
[15] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 29, 789.
[16] SANTA TERESA DE JESÚS, Fundaciones, c. 31, 801.
[17] SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, c. 6, n. 6, 50-51.
[18] SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, c. 6, n. 6-7, 51.
[19] SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, c. 6, n. 8, 51.
[20] SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, c. 6, n. 8, 51.
[21] SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, c. 33, n. 12, 182.
[22] SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la Vida, c. 33, n. 14, 182.
[23] SANTA TERESA DE JESÚS, Epistolario, Carta 272, a D. Hernando de Pantoja, n. 8, 1200.

Padre Carlos M. Buela, ive
19 marzo, 2015

Tomado de:



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