lunes, 30 de junio de 2014

Síntesis de sobre: Nueva lectura de la justicia de San José




Nueva lectura de la justicia de José

Es mucho lo que se ha debatido sobre la justicia de José a lo largo de la historia, sin llegar a un consenso. Las posturas son dos. De un lado están quienes sostienen que José supuso adulterio en María y su justicia sería de tipo legal pues la secrecía de la decisión implicaría un gesto de misericordia hacia la persona de su esposa. De otro lado están quienes suponen un diálogo previo de María y José, en el que ella habría revelado a su esposo el origen de su embarazo por la acción del Espíritu Santo;  aquí la justicia residiría en el hecho  de que José habría decidido alejarse de María por un sentimiento de humildad, pues no se consideraría digno de permanecer junto al Hijo de Dios y su madre; estaríamos, de este modo, ante una justicia de tipo religiosa.

Creo que ninguna de las dos posturas es correcta, pues surgen de una lectura doblemente descontextualizada, fuera del contexto del resto del Evangelio como fuera del gran contexto histórico, político, social, cultural y religioso de la comunidad de Mateo. Las dos posturas en debate asumen como punto de partida un equívoco: que José fue justo al (pensar) repudiar a María en secreto.

El contexto narrativo

En Mateo 1, 18-25 aparece por vez primera el tema de la justicia, en la caracterización de José como “justo”. José es la punta de una hebra que cruzará el Evangelio entero, desde el bautismo en el Jordán (Mateo 3, 15) y el sermón de la Montaña (Mateo 5, 6. 10. 20. 45; 6, 1-33), en el que Jesús hablará de una justicia superior que hay que buscar y practicar, que se recompensará con el reino y la vida eterna en el juicio final (Mateo 13, 43. 49; 25, 37-46), y que finalmente caracterizará a Jesús en su pasión, en boca de Pilato y su esposa (Mateo 27, 19-24). Llama la atención que José sea llamado “justo” antes de la predicación de Jesús y surge una pregunta: ¿se puede ser “justo” en sentido cristiano  antes de Cristo? El desarrollo lógico de la narración supone un salto cualitativo en el sentido de la justicia antes y después de Jesús.

El narrador recurre a su propia voz para dar a sus lectores información necesaria para la comprensión del relato. Esto significa que frente a José los lectores de la narración se encuentran en una posición superior: el narrador nos ha hecho saber algo que José no sabe, el origen divino del embarazo de su esposa. Con este recurso, el narrador ha hecho que empaticemos con María. Sabiendo lo que José no sabe, los lectores nos distanciamos de la decisión tomada por él , repudiar a su esposa en secreto, y damos  nuestro propio veredicto: es una decisión equivocada que complicará o frustrará el plan salvífico de Dios, ¡a pesar de, o precisamente por ser “justo”!

El contexto social y cultural

La comunidad de Mateo vivía un proceso de conflicto  con la sinagoga judía, de corte fariseo de la que se iba separando poco a poco, delineando su conciencia  como comunidad o iglesia cristiana. José, hombre justo, es decir, fiel al Dios de la Alianza, según el sentido del término en el Antiguo Testamento, simboliza al pueblo judío que no consigue abrirse a la novedad fecunda y creadora de Dios que se hace presente en el Hijo de María, su María es un obstáculo para ello. Se reconoce así la insuficiencia de la justicia del Antiguo Testamento, a la que habría que calificar de inferior según Mateo 5, 20 y 23, 23.

Ahora bien, ante el embarazo de María, es lógico suponer que José sospeche que María ha sido culpable de adulterio o víctima de violación. El lector sabe lo que José ignora, la concepción por obra del Espíritu Santo, y sabe también que José es “justo”, es decir, obediente a la voluntad de Dios que cree manifestada en la Ley; y al focalizarlo internamente el narrador, el lector comprende que en su  decisión José, además de buscar salvar su honor, ha incorporado un componente extra: la misericordia , la compasión hacia María. Porque es justo, debe repudiarla, pero al ser el repudio un acto público (Deuteronomio 24, 1), la joven y su hijo quedaría expuestos a la deshonra. Con ello, el narrador evidencia ante sus lectores la insuficiencia de la justicia “farisea”, “inferior” o “precristiana”,  que no se puede defender  sin al mismo tiempo obstaculizar el cumplimiento de la voluntad salvífica de Dios.

Ahora bien, categorías clave de pensamiento y de acción en el judaísmo del Nuevo Testamento es el honor.

El honor representa el lugar justo de una persona en la sociedad, la posición social de una persona. Esta posición de honor es delimitada por fronteras relativas al poder, status basado en el género y situación en la escala social. […] El honor puede ser asignado o adquirido. El honor asignado recae en una persona pasivamente, a través de su nacimiento, de las conexiones familiares o de la concesión por parte de personas notables que detentan poder […] El honor, tanto el asignado como el adquirido, es frecuentemente simbolizado por la sangre (las relaciones consanguíneas, el grupo sanguineo) y el nombre. Un buen nombre significa fundamentalmente honor adecuado para llevar a cabo las interacciones sociales necesarias para una existencia humana digna.

En general, el honor es una categoría masculina; la mujer es susceptible del honor, pero se trata de un honor asociado al del varón al que pertenece: el padre, si es soltera; el hermano, si es huérfana; el marido, si está casada; el hijo, si es viuda. La geneaología ha dejado en claro el honor de José, dada su ascendencia davídica. Un varón judío del siglo I piensa y actúa en términos de honor. Es claro en la construcción del relato que José ignora el origen divino del embrarazo de María. Imaginar que José se siente humilde e indigno de pasar su vida junto al hijo de Dios es un pensamiento psicológicamente y culturalmente imposible. Ello habría supuesto dejar que Jesús creciera deshonrado como el hijo bastardo de una madre repudiada,  ¿quién se habría atrevido a tomar consigo como esposa a una mujer embarazada de la que todos sabían que estaba desposada con un descendiente  de David? El relato es más lógico si suponemos en José el dolor y la afrenta  de verse deshonrado de manera irremediable por el embarazo de su mujer, que mancilla su honor davídico. La decision del repudio en secreto le evitaría iniciar un proceso de satisfacción, a todas luces insuficiente para él, y condenatorio para María.

Además en la época del Nuevo Testamento, al interior del judaísmo  las distinciones entre “jurídico” y “religioso” son totalmente artificiales. Para un buen judío no hay más ley que la de Dios, y no se puede honrar a Dios al margen de la Ley.

Conclusión

José, pues, dio el paso a la justicia superior cuando aceptó las palabras del ángel. Cumplió la voluntad de Dios cuando, en fidelidad al espíritu de la Escritura, actuó con misericordia y se abrió a la acción creadora del Espíritu Santo. Para ello fue precisa la intervención directa de Dios, pues de otro modo habría sido imposible para él. Una vez que José se abrió a la justicia de Dios, también asumió valores marginales y contraculturales. Porque logró ser justo, renunció al machismo patriarchal propio de su tiempo y su  cultura. José, pues se hizo o, mejor dicho, se dejó hacer justo. Y esto es lo mismo que se espera de todo seguidor de Jesús, en todo tiempo y en cualquier lugar.

P. Miguel Ángel Aguilar Manríquez, m. j.

Artículo tomado de: El Propagador de junio de 2014, pp. 5-8.

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