miércoles, 25 de diciembre de 2013

Presentación Calendario Josefino 2014



Como San José custodiar la vida y el amor

La Familia Josefina -Laicos, Hermanas y Misioneros- continua la obra del p. José María Vilaseca, su fundador: dar a conocer a San José, esposo de María, Protector de la Iglesia universal y modelo en nuestra vocación de discípulos y misioneros de Jesús. La Providencia, a través del inicio del ministerio petrino del Papa Francisco, el pasado 19 de marzo de 2013, fiesta de San José, ha llamado nuestra atención para que, como San José, custodiemos la vida y el amor, que se nos han confiado.

Como presentación del Calendario Josefino 2014, tomamos algunos párrafos de la homilía del Papa Francisco, en donde subraya nuestra misión en la Iglesia y en el mundo: "custodiar", como San José.

José, custodio de María y Jesús

«"José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer" (Mateo 1,24). En estas palabras se encierra ya la misión que Dios confía a José, la de ser custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia.

¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun cuando no comprende. ¿Cómo vive José su vocación como custodio de María de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio. En él vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, para salvaguardar la creación.

Custodiar, tarea de todos

Pero la vocación de· custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la Creación. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien.

Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por desgracia, en todas las épocas de la historia ·existen ‘Herodes’ que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.

Custodiar con bondad y ternura

El preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, San José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.

El que sirve con amor sabe custodiar

Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger .con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (Ver: Mateo 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.

Custodiar a todos

Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado».

¡Adelante, siempre adelante, pues lo quiere San José!

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