Así era la devoción del padre Vilaseca a San José
Dios me dio el nombre de José
El primer nombre que recibió el padre Vilaseca en el bautismo fue: José. y él mismo dice que no fue la casualidad, sino Dios, cuya providencia se extiende a todo, quien me dio el nombre. Y, ¿para qué fin? A no dudarlo para que con el ejemplo de mi santo patrón me enardeciese en el servicio y en el amor de Dios. Por consiguiente, debo imitar a mi santo patrón, pues que Dios lo quiere.
Tomé como padrino de mi primera Misa a señor San José
Recibió la ordenación sacerdotal el 20 de diciembre de 1856. Al celebrar su primera misa, con profunda devoción exclama: Tomé como padrino de mi primera Misa a señor San José.
La gracia de María
El P. Vilaseca escribió varios libros sobre la Virgen María para defenderla de los ataques de los protestantes: Explicación del Ave María y de la Salve, ¿Quién es María la Madre de Dios?, María siempre virgen, Vida de la inmaculada y divina María. El P. Vilaseca reflexiona sobre lo que ha hecho por María y concluye: siempre lo hemos creído, repetimos, que la gracia que Ella, amorosa y como agradecida, nos concediera, y que ha sido para nosotros de las más queridas, fue sin duda alguna, el habernos comunicado un grande amor hacia su purísimo y virginal esposo el señor San José; y, juntamente con él, haber sentido dentro de nosotros mismos grandes deseos de darlo a conocer a todos los habitantes del mundo, si esto nos fuese concedido.
El Propagador de la devoción al señor San José ya la Sagrada Familia
El 8 de diciembre de 1870 Pío IX declara a San José como Patrono de la Iglesia católica. En marzo de 1871 el P. Vilaseca predica el mes de San José en la iglesia de san Vicente de Paúl a las Hermanas de la Caridad, las hijas de María y sus educandas. Estos hechos encenderían el fuego que ardería toda su vida y que luego comunicaría a sus hijos e hijas, ahí descubre con toda claridad su vocación: estaba llamado a ser en México: apóstol de San José. A partir de ese momento su amor a San José lo desborda. Inicia las obras de San José.
Muy pronto se dejarán ver los frutos de este mes de marzo. Con sus apuntes de este tiempo escribe su primer libro sobre el santo Patriarca: Quién es José y se propone publicar El Propagador de la devoción al señor San José y a la Sagrada Familia, al que da inicio el 19 de julio de 1871. Su objetivo es que sus lectores se dediquen a propagar por todas partes, cada uno en su esfera y según sus medios, la devoción a San José ya la Sagrada Familia. Era una obra que se antojaba imposible, pero el señor San José lo quería.
La Asociación universal del señor San José.
Nace en marzo de 1872, también en la Iglesia de san Vicente de Paúl, por un pensamiento, que concebimos en una gran, fiesta del santo, y que, por otra parte, es para nosotros el cumplimiento de un voto que hicimos a Dios en caso de que bendijera la publicación de El Propagador. La Asociación tendría por objeto la obra de las vocaciones sacerdotales y pedir a Dios por el triunfo de la santa Iglesia y de propagar por todas partes, cada uno en su esfera y según sus medios, la devoción a San José ya la Sagrada Familia.
Colegio Clerical del Señor San José
La formación de los sacerdotes la confía el P. Vilaseca a San José, por eso, de acuerdo con sus superiores y el Arzobispo de México, el 19 de septiembre de 1872, con 12 niños, ante la imagen de San José funda un seminario al que llama Colegio Clerical del Señor San José, y para sostenerlo se vale de la revista y de la Asociación. Estaba persuadido que así como el señor San José conservó a Jesús ya María, así salvará ahora la santa Iglesia mexicana, dándole buenos y santos sacerdotes, sacerdotes sabios.
Misioneros Josefinos
El P. Vilaseca se propuso dar sacerdotes a México, pero no se trataba de que las diócesis tuvieran un sacerdote más, sino de hacer de cada sacerdote que salga de su colegio un misionero del señor San José que tome a pecho predicar por doquiera sus glorias, gracias y excelencias, dignidad y demás prerrogativas.
También quiere que sean misioneros: Como con las misiones que hicimos en diferentes Diócesis, pudimos apreciar un poco el gran número de indios salvajes e infieles que todavía rodean a la República mexicana, casi por todas partes ...antes de concluir el discurso de la apertura del Clerical, por medio de un sentimiento que no fuimos capaces de resistir, hicimos fervientes votos al señor San José, para que aquel Clerical que desde entonces comenzaba a su honor y gloria, pudiese por medio de su poderosísima protección, enviar a su debido tiempo a algunos de sus hijos, para que misionaran a tantos infieles, y por su medio se consolara nuestra afligida Iglesia mexicana, con la recepción de sus nuevos hijos. Tal fue la primera idea que tuvimos sobre la fundación de los Misioneros del Señor San José!
Hermanas Josefinas
Un mes después de establecido el Colegio Clerical del Señor San José, por una serie de circunstancias que según nuestro modo de ver, tienen también un no se qué de milagrosas, pusimos los cimientos del Instituto de las Hijas de María Josefinas, colocando al frente de tres niñas a la señorita doña Cesárea de Esparza y Dávalos, la cual abrió su primera escuela en la calle de San Ramón... En poco tiempo se unieron otras niñas deseosas de hacer el bien como ella lo hacía, a favor de la juventud, y consagrándose a Dios hasta el número de diez, comenzaron a llamarse desde entonces, Hijas de María de Señor San José, y en poco más de seis meses se encontró que instruían y educaban en sus escuelas a más de trescientas niñas, enseñando especialmente según sus reglas, el modo de amar a Dios.
El destierro
Apenas comenzaban a existir las obras de San José, yen 1873 el p. Vilaseca será expulsado de México. En esta ocasión Vilaseca manifiesta su confianza en San José: Teniendo la incomparable dicha de salir expulsos del territorio mexicano por la fe de Jesucristo, anunciamos a nuestros suscriptores al Propagador ya los miembros de la Asociación universal, que seguirá ocupando nuestro lugar, haciendo nuestras veces, el apreciable joven don Carlos de Jesús Mejía, quien por haber sido nuestro secretario particular, está al tanto de todo, y tenemos la confianza de que hará marchar la obra del señor San José, pues estamos seguros que obrará en todo según nuestras instrucciones.
El Pontífice de José
En 1874 visita al Papa y le dedica un tomo del Propagador: Los devotos josefinos mexicanos, al Pontífice de José, Pío IX, le ofrecen "El Propagador de la devoción al señor San José ya la Sagrada Familia". ¡Cómo! repuso bondadosamente el Papa, si soy el Pontífice de la Inmaculada Concepción. Entonces, haciéndole notar lo que ha hecho para ensalzar las glorias del señor San José, cómo ha invocado su auxilio en unas de sus encíclicas, inmediatamente después del de María, y primero que el de los apóstoles san Pedro y san Pablo; es verdad, exclamó, soy el Pontífice de José, por haberle declarado protector de la Iglesia universal. Entonces el Papa, con la bondad que le caracteriza, tomando la pluma escribió lo siguiente: "Día 28 de febrero de 1874. El Señor os bendiga, la santísima Virgen os proteja y su esposo José os asista en vida y en muerte. Pío IX".
Patente milagro del Señor San José
Desde que salió expulsado de México, siempre creyó que su expulsión no sería definitiva, pues confiaba en San José: todos creían nuestra vuelta como imposible; pero aquel Dios que cambia en un instante los corazones de los hombres, así como introdujo en el nuestro la esperanza de que San José, por medio de un milagro, si fuere necesario, arreglaría nuestra vuelta a su debido tiempo, así también por una serie de resortes y comunicaciones que seria largo referir, nos fue concedida la entrada de nuevo en un país que tanto hemos querido siempre.
San José de la Asociación
Parecía imposible la vuelta del padre Vilaseca a México, pero: Cuando nuestra vuelta parecía más imposible, cuando era considerada por todos como una quimera, y cuando en realidad de verdad nuestra causa podemos decir que era del todo desesperada, entonces, repetimos, acudimos con el mayor fervor posible a la mediación del santísimo esposo virginal de María, prometiéndole hacer arder a nuestra cuenta, por el espacio de un año, catorce lámparas, en memoria y para honra de sus dolores y gozos, así como en gratitud a la gracia recibida. Ahora bien: el santo hizo nuestro ruego... Para cumplir su promesa pondrá a la veneración de los fieles la imagen de San José de la Asociación, que posteriormente se conocerá como San José de la Misión, que se encuentra en la parroquia de la Sagrada Familia de Santa María la Ribera.
San José del Buen Consejo
Apenas iban tomando su cauce las obras de San José, cuando llegó una nueva prueba, ahora de parte de los superiores de la Congregación de la Misión que pedían al padre Vilaseca dejar a las Josefinas y dedicarse solamente al Colegio clerical. Serían meses de intercambio de cartas y de dolores internos. Finalmente cuando había que tomar la decisión final, el arzobispo pide a Vilaseca que antes de resolverse nada, se pasarían tres días en la oración, pidiéndole al señor San José un buen consejo para obrar con el debido acierto en negocio tan arduo, tan difícil, tan espinoso y de consecuencias tan trascendentales. Vilaseca con las josefinas y los alumnos del Clerical oran ante una imagen milagrosa del señor San José que desde ese día se le llama del Buen Consejo. Al terminar el triduo el padre Vilaseca escucharía del arzobispo: Verdaderamente, Padre Vilaseca, vuestra separación de la Congregación de San Vicente de Paúl es la voluntad de Dios. Así, el día 25 de enero del año de 1877, dirá el padre Vilaseca: Me postré a los pies del señor san José bajo el título del Buen Consejo, y desde entonces dejé los votos que tenía en la Congregación de la Misión y, en aquel mismo momento o instante, pronuncié los votos como fundador del Instituto de Señor San José.
¡Adelante, y siempre adelante, pues lo quiere san José!
En 1885, el arzobispo pidió al padre Vilaseca entregar el Colegio Clerical al padre Antonio Plancarte. Cuando terminó de leer el documento en que le comunicaban la noticia, exclamó: ¡Bendito sea Dios!,hijo mío, ¡ha llegado la hora de formarnos convenientemente en la Iglesia y de Dios! ¡Adelante, y siempre adelante, pues lo quiere San José!
Haz tú mi negocio y yo haré el tuyo
El padre Vilaseca tiene que padecer muchas pruebas y tribulaciones, pero en medio de las pruebas siempre acude a San José: yo, encontrándome en aflicción tan suma, no pude menos que volverme a San José y decirle: "Haz tú mi negocio y yo haré el tuyo". y desde entonces comprendí que el negocio que el señor San José quería que le hiciera era que todos trabajáramos de común acuerdo para su honra y gloria, para darlo a conocer más y más por todas partes, de modo que todo el universo lo adorara, lo honrara y glorificara, de una manera semejante a María.
San José se saldrá con la suya
El padre Vilaseca palpa la protección de San José en sus muchos trabajos. Esto le hace exclamar. Comenzarán a sentir aflicciones, trabajos, penas que uno apenas sabe referir lo que son, pero no nos ilusionemos, recibamos todo esto para aumentar todo a la mayor honra y gloria del señor San José; trabajemos, pues, con todas nuestras fuerzas, y yo les aseguro que el señor San José se saldrá con la suya.
Templo de la Sagrada Familia
Después de muchos trabajos y tragos amargos, al recibir la aprobación de los Institutos Josefinos, el padre Vilaseca cumple un voto que hiciera a San José, que si recibía la aprobación, construiría en su honor un templo. Esta obra la comienza en 1899. Allí celebra sus bodas de oro sacerdotales en 1906 y el templo es dedicado a la Sagrada Familia, como testimonio del gran amor del padre Vilaseca a Jesús, María y José.
P. Salvador Osnaya Velázquez, mj.
Tomado de:
El Propagador de la Devoción al señor San José, Año CXXXIX, n. 4, Abril 2010, pp. 2-6.