Parroquia San José Obrero pone la mesa para alimentar a migrantes en Mexicali


El comedor de la parroquia mexicana San José Obrero, en el municipio fronterizo de Mexicali, pone la mesa para alimentar entre 60 y 80 migrantes cada día, con la capacidad de duplicar la cifra ante un eventual estallido de deportaciones de Estados Unidos, según el sacerdote mexicano Juan Monroy.
"Estamos preparados, aunque no se han disparado como se preveía, no ha habido un estallido ni excedente en el número de deportados", dijo en entrevista con Efe Monroy, miembro de Cáritas, entidad católica que ayuda a personas en situación de pobreza y vulnerabilidad.
Monroy recordó que la última vez que esta iglesia enfrentó una situación de alta demanda fue con la llegada de miles de haitianos a la ciudad, capital del norteño estado de Baja California, para tramitar su asilo en EE.UU.
"En algunas semanas llegamos a tener hasta 150 migrantes al día", explicó el sacerdote, quien se coordina con otros albergues de Mexicali en los casos en los que hay una mayor demanda.
Y es que entre enero y septiembre de 2016, el sistema de centros de ayuda de Baja California afrontó una alta demanda ante la llegada de unos 8.000 haitianos -según cifras del Instituto Nacional de Migración- a Tijuana y Mexicali, para esperar en esas ciudades su ingreso a Estados Unidos.
Adicionalmente, la situación en la frontera se ha crispado ante la posibilidad de que las deportaciones se disparen por las políticas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha endurecido los controles migratorios y ha expresado su intención de expulsar del país a millones de migrantes indocumentados.
En medio de este ambiente, el comedor del padre Monroy abre cada día su servicio con la oferta del desayuno de "café y pan, si hay, para calentar el estómago".
A la hora de la comida, Monroy asegura que los migrantes tienen en sus platos carne y verduras, además de los consabidos "frijoles y el arroz, que nunca faltan, tenemos costales", apuntó.
Los recursos para preparar la comida llegan a esta iglesia, situada muy cerca de la línea fronteriza, desde diversas fuentes; tanto a través de lo que recolecta Cáritas como por los restaurantes, panaderías y pastelerías de Mexicali que donan los productos que no pueden ofrecer a sus clientes.
Pero no es solo la comida lo que los migrantes, recién llegados a la frontera o deportados, pueden hallar en la parroquia de San José Obrero.
Junto con la comida encuentran "un remanso de paz" y participan en asuntos cotidianos como ayudar a servir la comida y lavar su ropa, para lo cual la iglesia también busca reunir los productos de limpieza necesarios.
Después de comer, al atardecer, los migrantes deben dejar el refugio del comedor para buscar otro un lugar para dormir, porque aquí "solo ofrecemos asistencia alimentaria", dijo el sacerdote.
Cinco voluntarios, con experiencia en grupos parroquiales, se encargan de la preparación de la comida y los migrantes apoyan en la cocina, hacen la limpieza general, lavan platos y los servicios sanitarios.
El comedor parroquial tiene a dos religiosas que asisten a los recién llegados y que se encargan de ver sus necesidades. En caso de que necesiten ayuda, los canalizan con otras entidades de respaldo, comentó el sacerdote.
En el comedor prevalece un buen ambiente entre los migrantes, los cuales tras superar la desconfianza inicial suelen apoyarse y hacerse bromas. Algunos comparten sus bebidas; en la zona de lavaderos los migrantes, un par de ellos recién instalados, lavan su ropa y la tienden al sol.
Además de este comedor, en Mexicali operan varios centros de ayuda migrantes, todos vinculados a organizaciones religiosas como el Albergue del Desierto, el Refugio del Hijo Pródigo y la Casa de los Escolapios.
26 de febrero de 2017