sábado, 18 de octubre de 2014

Desde Italia un artículo del silencio de San José



El silencio de San José tiene sus raíces en la confianza

Existe una bella definición de san Agustín sobre la catequesis: "relatar el cuidado que Dios tiene de nosotros". Este cuidado –nos sugiere también san Agustín– lo podemos pensar como lo que debemos hacer por lo que en realidad podemos, y orar por lo que no podemos, y Dios nos concederá la capacidad de realizar los sueños que tenemos en el corazón.

Nuestro tiempo es frenético, lleno de compromisos y de urgencias, quedándonos poco espacio para la oración. Es cierto que el deseo de orar es ya oración, pero el alma necesita sentirse ya habitada y sostenida por pensamientos que tengan sabor de eternidad.

Me imagino las jornadas de San José en la casa de Nazaret: una aurora cargada de luz y un atardecer iluminado con colores envueltos por un silencio roto por el trinar de los pájaros y el silbido del viento. También el ruido del martillo o del hacha sobre la madera daban al silencio un alma y la oración surgía espontánea: una mirada al cielo y un gracias de corazón a Dios..., y todo continuaba.

Escribe un alma apasionada que busca el rostro iluminado de Dios: "Qué hermoso sería, Señor, si en este tiempo lográramos alcanzar el silencio. Pero el silencio está más allá de la palabra y lo alcanzamos sólo después de haber experimentado y agotado todas las posibilidades de la palabra. No es éste el momento. En estos días grises nuestras posibilidades son más modestas: reconocernos pobres; y que la riqueza eres Tú, y sólo tú la das. Y también cuando estamos felices y eufóricos, y nos parece que podemos mover el mundo empujándolo con la espalda, siempre eres Tú quien actúas, dando fuerza a nuestras espaldas. ¡Y entonces surge, Señor, la oración de nuestra humildad!"

Es proverbial el silencio de San José. La Virgen habla tres veces: un "sí" que revoluciona la historia, un cántico que narra el cuidado amoroso de Dios por los pobres y, en Cana de Galilea, una petición en favor de los jóvenes esposos para transformar el agua en vino. La Virgen ha trazado el triángulo perfecto de la relación con Dios: la disponibilidad para hacer su voluntad, el reconocimiento y gratitud por los dones recibidos y el grito de invocación en los momentos difíciles.
En los Evangelios, se habla sólo de la obediencia de san José a los deseos de Dios. Pero el silencio de san José es el "centinela fiel" de numerosos "sí", que el pueblo de Dios ha pronunciado a lo largo de los siglos: del "sí" de Abraham, al "sí" de su Esposa María, de la que nació Jesús, el Mesías esperado.

En cinco ocasiones, San José fue invitado por el Ángel a actuar. La obediencia de José, "el varón justo", era el eco de siglos de los diversos "sí" pronunciados por hombres y mujeres, llamados a colaborar en la historia de la salvación.

José nunca se exaltó; su silencio resuena como eco en el cántico del 'Magníficat'. Él se unió a su Esposa y dijo: "Nosotros somos la nada, que tú has adornado de todo". Entonces también nosotros, por la intercesión del 'papá' terreno de Jesús, decimos: "Concédenos, Señor, comprender plenamente nuestra total dependencia y amarla. Porque reconocer que nos das todo, significa reconocer que tu amor nunca se agota.

Concédenos, Señor, la humildad de reconocernos por lo que somos y por lo que nos has querido y hecho; danos la gracia de aceptar nuestra pobreza y de recibir tus dones, Quizá también el desgano, que muchas veces, Señor, nos invade, es un don tuyo: para quitarnos el orgullo de sentirnos protagonistas y no reconocer tu gracia; tal vez para quitarnos también el deseo de tus alegrías y enseñarnos la constancia de servirte en la oscuridad. ¡Danos, Señor, la dulce paciencia de las semillas, que esperan bajo la tierra y bajo el hielo!".

Angelo Forti,"La Santa Crociata in onore di San Giuseppe", 4 (2014), 20-21.

Tomado  de: El Propagador, octubre de 2014, pp. 6-7.

viernes, 17 de octubre de 2014

Portada e índice de la revista El Propagador de la Devoción al señor San José (octubre 2014)



El Propagador de la Devoción al señor San José (octubre de 2014)

Te ofrezco, a continuación, el índice y la portada de una revista josefina mexicana: El Propagador de la devoción al Señor San José. Revista iniciada en la Ciudad de México (1871) por el Fundador de los Misioneros de San José (19/IX/1872) el Padre José María Vilaseca (1831-1910). Es la publicación más antigua de México.

Año CLXIII, N. 9, octubre de 2014

Índice

p.1 Presentación
p. 2 La figura y misión de san José en la vida de Cristo y de la Iglesia. P. Gabriel Rodríguez Celis, m. J.
p. 6 El silencio de san José tiene sus raíces en la confianza. Angelo Forti
p. 8 "El anuncio del Evangelio pasa a través de las familias". Papa Francisco
p. 10 "¡No dejemos que nos roben la alegría del Evangelio!". Papa Francisco
p. 12 Peregrinación Josefina a la Basílica de
Guadalupe.
p. 13 "Por Dios y por mi patria".
Hna. María Estela Martín del Campo Mondragón, hj
p. 16 ¡Hey, Chav@! Acércate a la Pascua del Padre Vilaseca. P. Miguel Ángel Aguilar Manríquez, m.j.
p. 19 Encuentro de la Familia Josefina. Gabriel Cerén
p. 20 Ordenación sacerdotal. P. Rigoberto Díaz Villanueva, mj
p. 22 En recuerdo de un Misionero que propagó el
amor josefino. Hno. Octavio Arango Morales, mj
p. 21 Un pequeño Josefino en el Cielo: Javier Rojas Sánchez. Departamento de Pastoral Othón-UCEM
p. 24 Del Mayab, la tierra del faisán y del venado, a la Familia Josefina
p. 25 Laicos Misioneros Josefinos en Venezuela
p. 25 50 años de fidelidad
p. 26 70 años de vida consagrada. Hna. María Alejandra Romero M., hj
p. 26 Ma. del Rosario Martínez G., h.j. (+). Hna. Luz María Sánchez Escamilla, hj
p. 27 Verbito
p. 28 Gracias y Peticiones